Por los Montes Torozos (Iglesia de Santa María de Wamba, San Cebrián de Mazote, Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada, Monasterio de la Santa Espina)


6 de noviembre de 2022

Un típico día castellano, de cielos azules y gélido viento que invita a refugiar la manos en los bolsillos y buscar el pequeño bar de pueblo para entonar el cuerpo ante un café (mientras eres la comidilla de los vecinos que se alinean en la barra), es el que elegimos para una ruta por los Montes Torozos, la gran meseta que se alza sobre los páramos al sur de Tierra de Campos.

Y entre sus recovecos cuatro joyas de arte donde el mozárabe predomina (Wamba y Mazote), el románico se desmarca de sus líneas con un lombardo-catalán y el cisterciense encuentra su lugar a la orilla del río Bajoz.



 Iglesia de Santa María de la O (Wamba - Valladolid)

A escasos diecisiete kilómetros de Valladolid, en la comarca de los Montes Torozos y en la localidad de Wamba encontramos la iglesia de Santa María de la O.

Wamba es el único pueblo de España que empieza por W y lleva este nombre en honor al rey Wamba (uno de la larga lista de reyes godos que estudiábamos en la escuela) que vivió en el pueblo y que sucedió al trono a Recesvinto en el año 672 (anteriormente este pueblo se llamaba Gértigos).

Perteneciente al grupo de templos prerrománicos del siglo X (el denominado estilo mozárabe, más tarde de repoblación), levantados en el antiguo Reino de León como consecuencia del impulso reconquistador de los reyes Ordoño II, Alfonso IV y Ramiro II.
Que el lugar fuera elegido por los repobladores para levantar un monasterio, pudo ser motivado por la existencia de un antigua monasterio visigodo del siglo VII. 

En su realización participarían numerosos constructores mozárabes huidos de Al-Andalus y otros venidos del norte que aportaban los conocimientos de las iglesias prerrománicas asturianas
La cabecera prerrománica.
 Formada por tres ábsides rectangulares, siendo el central más profundo que los laterales.
La portada románica se terminó en el año 1233, según figura en el tímpano.
En el muro occidental se abre la sencilla portada románica con tejaroz soportado por once canecillos bastante deteriorados, que muestran cabezas de animales y de personas sacando la lengua en gesto de burla.
Las arquivoltas están muy decoradas con motivos geométricos: baquetones, escocias, bolas, tacos. La intermedia es la más interesante por ser polilobulada.

Interior

La cabecera es la parte más antigua del edificio (siglo X) a la que se accede a través de tres arcos de herradura que apoyan sobre pilastras (no sobre columnas). 
Los arcos tiene grandes dovelas muy trabajadas, con un aire más visigodo que califal.
Esta cabecera nos recuerda la iglesia de Santa Cristina de Lena en Asturias (ver reportaje).
El cuerpo románico de la iglesia
La parte románica de la iglesia de Santa María de Wamba esta formada por las tres naves de tres tramos que engarzan con la cabecera mozárabe.

Tiene arcos formeros apuntados sobre esbeltos pilares rectangulares con dos semicolumnas adosadas. La delgadez de estos soportes hace pensar que no se planificó abovedar con piedra, sino poner una cubierta de madera.
Así mismo, los frentes de los pilares también presentan capiteles esculpidos con motivos vegetales e historiados.
Retablo de estilo flamenco del siglo XVI.
En una pequeña nave lateral se conservan una parte de las pinturas que decoraban las paredes.
La sala contigua al baptisterio (lugar donde se encuentra la pila bautismal) se conoce como capilla de Doña Urraca. Está cubierta con bóveda de arista y sustentada por un único pilar central, lo que le da un aire de palmera muy similar al de la ermita de San Baudelio de Berlanga.

La columna que sostiene esta "palmera" esta muy desgastada ya que existia la creencia que tenia poderes curativos 
y todos los habitantes de la comarca iban a tocarla para curarse.
El claustro.
Hoy prácticamente un patio despejado, es la entrada a uno de los auténticos tesoros de la iglesia (más en estos días de Halloween).
Osario de la Orden de San Juan (siglo XII), en el que se apilan unas mil calaveras humanas y otros huesos (no vemos ningún hueso de caderas).
En este osario hay una inscripción que dice: "Como te ves, yo me vi, como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y no pecarás.
Con persona para tener una referencia del número y del lugar.

Iglesia de San Cipriano (San Cebrián de Mazote - Valladolid)

A finales del siglo IX una comunidad de cristianos mozárabes huidos de Al-Ándalus se instala al oeste de los actuales Montes Torozos y aprovechando el impulso de reconquista de Alfonso III levanta un monasterio que ya estaba en uso en el año 915.

De ese monasterio ha perdurado su iglesia, la iglesia de San Cipriano, uno de los mejores ejemplos de arquitectura mozárabe o de repoblación. 

Fachada Sur.
Tres naves, siendo la central de mayor altura que las laterales, rematadas en cabecera tripartita cuadrada y crucero cerrado, destacando la presencia de un ábside occidental al estilo que ya vimos en la iglesia de Santiago de Peñalva (El Bierzo - León) (ver reportaje).
Se trata de la iglesia mozárabe más grande de las que se conservan (treinta metros de longitud).
Detalle de la espadaña.

Interior

La altura de la nave central es el doble que las laterales, teniendo en este espacio cuatro ventanas a cada lado, lo que la hace muy luminosa (similar a la de San Miguel de Escalada - ver reportaje)
Nave central.
Lo arcos formeros son de herradura sobre columnas, cuyos capiteles y fustes muestran variada tipología (anchura, altura, decoración y material), consecuencia del claro reaprovechamiento de materiales y piezas anteriores, tanto romanas como hispanovisigodas.

Cabecera.
Tuvo que haber un iconostasio, aunque no se conserva.

Anunciación de alabastro de Inocencio Berruguete.
Este es el original que procede del monasterio de la Santa Espina y que horas más tarde veremos una copia en dicho monasterio.
Situado a los pies del templo encontramos un ábside contrapuesto al que se accede a través de un gran arco de herradura.
Cubierto con una bóveda gallonada se cree que sirvió como enterramiento de Genodio, un eremita que vivió en la zona y que a su muerte sería santificado.
Detalle de la cubierta.

Posiblemente era un cancel y en el se distinguen dos personajes que no se saben si son apóstoles o monjes.


Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada
A las puertas de Urueña y en las estribaciones más meridionales de los Montes Torozos nos topamos con la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada.

Un edificio que sorprende por su aislamiento, por el color de la piedra con el que fue levantado y por pertenecer al primer románico llamado románico lombardo-catalán.

Un  estilo que tendría su nacimiento en las normas del Cluny, que se extendió por el norte de Italia (por ello lo de lombardo) y penetra en España por Cataluña (lombardo-catalán).

Algunos de esos maestros canteros continuaran camino hacia el oeste, tal vez peregrinando, y llevarán su arte y sus conocimientos hacia lugares dispersos.

Un ejemplo es la ermita de Nuestra Señora de la Anunciada y otro, que también hemos visitado, es la pequeña ermita de San Pelayo en Perazancas de Ojeja (Palencia) (ver reportaje)

Declarada Monumento Nacional en 1.975.

Destaca el exterior por la complejidad de sus volúmenes.
Aparejado en sillarejo con una de caliza blanca que le confiere una luminosidad especial.
Con anterioridad a esta iglesia debió de existir otra de perteneciente a un monasterio mozárabe del año 945 que desaparecería para ser levantado este en el siglo XII.
Los tan característicos arcos ciegos y las lesenas. 

Planta de tres naves, con la central más alta y ancha, transepto no marcado en planta pero si en alzado y triple cabecera de distintas alturas.
En el crucero se eleva un cimborrio.
Un camarín, edificado en honor a la Virgen de la Anunciada en el siglo XVII, rompe la unidad de la iglesia original.

Interior


Menos sorpresivo que el exterior, resulta algo pequeño en comparación con el exterior, dando la sensación de un templo pesado.
Destaca la naturalidad de líneas sin adornos.
Se cierran las tres naves mediante bóvedas de cañón reforzadas por arcos fajones apeados sobre pilares cruciformes. 
Detalle interior del cimborrio.




Urueña
Coronando una de las características lomas redondeadas desde las que se dominan amplísimas panorámicas de la inmensa llanura castellana y rodeada por un muralla, entramos en Urueña.

Situada a unos 50 kilómetros al oeste de Valladolid y dentro de la comarca de los Montes Torozos.

Denominada "La Villa del Libro" por la cantidad de librerías existentes en su pequeño casco urbano, Urueña es de esas poblaciones que a causa de la cantidad de visitas que recibe, el comercio (dígase bares y restaurantes) no presenta la naturalidad que hemos observado en las pequeñas poblaciones de Wamba o Mazote.

Recinto amurallado de Urueña.



A sus pies la meseta castellana.


Iglesia de Santa María del Azogue.
Plaza de Urueña.

Monasterio cisterciense de La Espina.

Ubicado en el valle del río Bajoz, en los Montes Torozos y en la localidad de La Santa Espina (Castromonte Valladolid).

Los monjes cistercienses supieron moverse por estos páramos y buscar el lugar apropiado, arropándose dentro de las estribaciones más meridionales de los Monte Torozos y logrando el agua, el elemento tan imprescindibles en sus monasterios, entre el cruce del arroyo Valdelanoria con el río Bajoz, para levantar el monasterio donde custodiar una espina de la corona de Cristo, que el rey francés Luis VII (apodado el joven) regala a doña Sancha de Castilla.

Muchas reformas de aquel primer cenobio levantado por el año 1147 hasta el actual, pero la misma esencia: la custodia de la reliquia de una de las espinas de la corona de Cristo (reliquia que pudimos ver durante la visita guiada al monasterio y que por despiste no fotografié y que por casualidades de la vida, diez días más tarde nos volveremos a encontrar frente a otra de las espinas de la misma cruz, en otro lugar a más de 1700 kilómetros de distancia).

Monasterio de la Santa Espina.

Detalle de la portada occidental.
Entrada a la sala capitular desde el claustro.
Interior del la sala capitular.


Interior de la iglesia de la Santa Espina.
Nave central.

Último paseo del día por las calles de Medina de Rioseco.


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