Roap trip Sao Miguel (Azores)

Panorámica de la Lagoa da Sete Cidades

Cuando llegamos miramos atrás, y no supimos donde estábamos.

Miramos al cielo y no había estrellas, o eran otras estrellas, u otro cielo,

y dentro de nosotros todo estaba vacío.


Sao Miguel, la mayor de las nueve islas que configuran el archipiélago de las Azores, el punto donde los meteorólogos sitúan ese anticiclón que provoca que disfrutemos de cielos límpidos y azules y el lugar donde podríamos contestar a una pregunta que se haría cualquier niño; de cómo un volcán puede llegar a emerger en medio de un profundo océano para crear un espacio de tierra tan abusado de lluvias y menguado de soles, pero con una elevada temperatura, que hace que cualquier semilla crezca y crezca hasta llegar a rozar el cielo.

Hasta hace poco, existía el consenso generalizado que las Azores estuvieron deshabitadas hasta la llegada de los portugueses a estas islas (isla de Santa María en 1427 y la isla de Corvo y Flores en 1452).

En esas fechas, las Azores tendrán gran importancia estratégica para los navegantes portugueses al ser utilizadas como punto de reabastecimiento en sus travesías por la costa de África Occidental, así como de trampolín hacia las indias.

Una caca, si!!!! una caca, será la mota de polvo que haga que el iceberg de la teoría de la colonización de las islas Azores se de la vuelta y nos lleve, según un reciente estudio científico (publicado en la prestigiosa revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences) a la afirmación que alguna de las islas Azores fueron colonizadas por unos navegantes provenientes del norte de Europa (tal vez vikingos) que aprovechando unas condiciones climáticas favorables para la navegación, consiguieron cubrir esa larga distancia (unos 1500 kilómetros) y arribar en sus costas entre el 700 y el 850.

Analizando muestras de sedimentos en varios lagos de las islas de San Miguel, Pico, Terceira, Flores y Corvo, los investigadores encontraron presencia de esteroles, una sustancia presente en las heces de los mamíferos (los intestinos de los mamíferos producen en abundancia esteroles fecales y estanoles que se preservan bien en los sedimentos lacustres, que son un indicador único e inequívoco de la presencia de grandes mamíferos).

 Las aves pueden llegar a las Azores volando, los reptiles podrían llegar en balsas de flotación, pero los mamíferos (no humanos) no podrían cubrir esa larga distancia, por lo que las heces tendrían que ser de mamíferos humanos.

No existirá continuidad entre los navegantes norte-europeos y los portugueses (salvo las cacas, que no identificaron), por lo que tendrán que ser estos últimos los que despejen zonas muy boscosas, sin la ayuda de ninguna población indígena, en su adecuación para la agricultura.

Muchos años han trascurrido desde esa primera colonización y una profunda transformación ha hecho que el paisaje de Sao Miguel nada tenga que ver con el que se encontrarían los primeros navegantes portugueses (o los vikingos) y más bien nos recuerde a la campiña inglesa (paisaje también fruto de la trasformación humana), donde las vacas pacen tranquilamente entre verdes praderas y donde los bosques de cedros japoneses (el cedro japonés es el árbol más extendido por Sao Miguel) han desplazado a la laurisilva, el también llamado bosque laurifolio, un tipo de bosque subtropical, propio de lugares húmedos y cálidos, con grandes árboles cuyas hojas se parecen a las del laurel (del cual toma el nombre).

5 noches, 4 días para tomar el pulso a la isla, en viaje familiar, íntimo y disfrutón, con tiempo incierto (muchas nieblas) pero que a toro pasado (viendo el borrascón que se venía) resultaría ser formidable.


30 de septiembre de 2024

Día de viaje, tranquilo, relajado y sin necesidad de los madrugones a los que Ryanair nos tiene acostumbrados, con trayecto por carretera desde León a Oporto, donde tomamos el vuelo que en menos de dos horas y media nos deposita en Sao Miguel.

Aeropuerto Francisco Sá Carneiro (Oporto, Portugal)
Ryanair nos anima insistentemente para que abandonemos nuestra zona de confort y partamos hacia rumbos lejanos. 
Ya instalados en la casita marinera de Ponta Delgada que nos dará cobijo durante estos días, mirando al mar en un intento de otear cetáceos.
Atlántico Norte, 1.865 kilómetros hacia la Peni (Peninsula Iberica) y 4.534 kilómetros a la costa este de los Estados Unidos.

1 de octubre de 2024

Muro das Nove Janelas

Los cielos que dejamos anoche han quedado ocultos por una pertinaz niebla, a la vez que cortinas de lluvia hacen que el limpiaparabrisas de nuestro coche se vuelva loco.

-TODOS LOS DIÁS SERÁN ASI?????

En la Sierra de Devassa, a pocos kilómetros de Ponta Delgada encontramos (medio oculto por la niebla) los restos del Acueducto de Carvao, un acueducto de alto valor histórico construido entre los siglos XVII y XVII con el fin de paliar la escasez de agua de Ponta Delgada (por su canal corría el agua de la Lagoa do Canario).

La niebla poco deja ver.


El musgo y el resto de la vegetación se han encargado de revestirlo para quedar perfectamente integrado en el entorno.

Lagoa do Canario.

Al paso que vamos, nos hacemos un roap trip a la isla en medio día.

Es tontería ir la los miradores (Sao Miguel es la isla de los mil miradores), por lo que decidimos acercarnos a puntos concretos donde podamos por lo menos caminar.

La Lagoa do Canario es una laguna en el interior de un cono volcánico, rodeada por un espeso bosque, a la que se accede por un camino preparado que recorremos en apenas cinco minutos desde el aparcamiento.

Pero la niebla lo envuelve, sin apenas dejarnos ver ni el agua. 

Sete Cidades, Lagoa Azul, Lagoa Verde.

Continuamos ruta, sabiendo que  los colores azul y verde de las lagoas de Sete Ciudades solo son visibles con sol y que con esta niebla es tontería pasarse por los miradores, decidimos bajar hasta las lagunas

Panorámica de la Lagoa Azul desde el Canal das Sete Cidades
Panorámica del la Lagoa Verde desde el mismo punto.
Por lo menos la niebla se mantiene a una altura que permite disfrutar de la visión de este doble lago contenido en una antigua caldera volcánica. 
Muchas horas de lluvia para llenar esta cubeta.
La Lagoa de Sete Cidades es la mayor extensión de agua de la isla y uno de los recursos de agua dulce más importantes.
Decidimos recorrer la pista que bordea la Lagoa Azul y que nos lleva a uno de los extremos de la caldera.
Praderías de un verde explosivo, donde las vacas tendrán que hacer horas extra si quieren comerse toda esa hierba y en cuyos bordes, de forma abrupta, se levantan las laderas de la caldera cubierta por una espesa capa de arbolado.


Tiempo para el pajareo; gaviotas, algunas garzas reales, patos caseros, reales y ostras!!! qué es eso????
Un precioso ejemplar de pato joyuyo nadando en compañía de los reales.
Pato Joyuyo (Aix sponsa), un ave de procedencia norteamérica (Estados Unidos y sur de Canadá), un ejemplar que en su viaje de migración al centro de México e islas Bermudas habrá recibido un golpe de viento que le desvíe de su trayectoria y le arrastre hasta la isla de Sao Miguel (un colonizador americano).
La laguna roza la ladera del cráter, que se yergue con fuerza recubierta por una espesa capa de arbolado.

Iglesia de San Nicolau (Sete Cidades)

En un extremo de la pequeña población de Sete Cidades, rodeada por un jardín se levanta esta pequeña iglesia de antiguo estilo colonial.

Piedra volcánica contorneando lisas paredes blancas y con gran simplicidad en su interior.


Exterior e interior de la iglesia de San Nicolau.

Ilhéus do Mosteiros.

Los Ilhéus do Mosteiros desde la población de Mosteiros.

Continuamos ruta, hacia la costa norte, donde el sol parece haber ganado la batalla.
Mosteiros desde el miradouro Ponta do Escalvado.
En el miradouro.
Puerto y población de Mosteiros.
Callejeando por Mosteiros, un pequeño pueblo que se abre al mar.
Arreglado y cuidado-
Donde aprovechamos para tomar un café.
Ilhéus do Mosteiros.
En el pueblos encontramos una playa de arena negra, donde hay una visión de los farallones rocosos que rodean al pueblo y al frente los llamados "Ilhéus", unos islotes que dicen asemejan un monasterio (de donde proviene su nombre) y dos figuras (un abade y una monja).
Gaviota patiamarilla de las Azores ( Larus michahellis atlantis).
Entre otros rasgos se diferencia de la patiamarilla por la coloración negruzca de la cabeza.
Ilhéus do Mosteiros.
Los acantilados que rodean a Mosteiros. 
Estornino pinto.
Otra de las cosas que traíamos marcado para ver en nuestro cuaderno en Mosteiros eran las piscinas naturales de Caneiros.
Pero un correlimo gordo llama nuestra atención, olvidamos las piscinas naturales y seguimos al correlimo.
Que está acompañado por un joven de charrán común.
Correlimos gordo (Calidris canutus).
Ilhéus do Mosteiros.

Ponta da Ferraria

Seguimos con nuestro ruteo, hacia el oeste, mirando continuamente al cielo, en busca de alguna abertura que nos invite a pensar que el tiempo puede estar cambiando.


Varios puntos para conocer; la piscina natural de aguas termales, la Porta do Diablo y el Farol da Ferraria.
Esta parte de la costa tiene grandes acantilados.


Piscinas naturales de Ponta da Ferraria
La piscina de Ponta Ferraria es un geositio protegido.
Ponta Ferraria es un llamado pseudo cráter, formado hace muchos años cuando la lava caliente fluyó sobre el mar.
En ese espacio dos fuentes termales sacan el agua al mar, elevando la temperatura del agua en esa piscina natural (el agua puede encontrarse entre los 18 y los 28 dependiendo de la época del año).
Piscina natural de Ponta Ferraria.
Porta do Diablo, unas formaciones rocosas con forma de arco.
Termas da Ferraria
Farol da Ferraria.
Construido en 1901 es el faro más grande de la isla y el segundo en orden de antigüedad (el más antiguo es el de Ponta do Arnel que visitaremos en unos días).

Ponta Delgada.

La capital de Sao Miguel.

La que en su momento fue villa de pescadores, se convirtió en la capital en 1546, sustituyendo a Vila Franca do Campo cuando fue totalmente destruida en el terremoto de 1522.

Actualmente es una población de 68.800 habitante.

Nos acercaremos hasta Ponta Delgada (desde nuestra casita situada a las afueras) un par de veces, al anochecer, en busca de un lugar donde apaciguar el hambre y para recorrer sus hermosas calles empedradas de mosaicos.

Al fondo la Igresa Matriz (siglo XVIII).
Portas da Cidade, conjunto de tres arcos construidos en el siglo XVIII (con la típica roca volcánica).

Planificando la siguiente jornada.

2 de octubre de 2024

Ilheu da Vila (Vila Franca do Campo)

Ilhéu da Vila desde una de las playas de Vila Franca do Campo

En la costa sur (en el centro de la isla) se encuentra Vila Franca do Campo, ciudad pequeña con encanto, donde el azul índigo y el blanco nos hablan de un pueblo marinero.

Vista aérea del Ilheu da Vila
Llegamos pronto, con la luz recién estrenada y con tiempo para callejear a ritmo de jubilado por sus estrechas calles, en busca del mejor mirador del Ilhéu da Vila, el peñón que emerge desafiante ante su costa.                                                                                                                                                                                                                                          Un cono volcánico circular, perfecto, que recibe el nombre de "el anillo de la princesa" y que una línea de ferry se ofrece a acercarte (por unos 12 euracos) desde el puerto hasta la entrada de la caldera.

Realizamos la travesía, con la idea de caminar hasta el punto más elevado del Ilhéu, sin saber que actualmente ya no es posible y que los turistas que abordan el peñón lo hacen arrastrados por el aliciente de poder bañarse en medio del Atlántico, en la caldera de un volcán convertido en piscina (en la que haces pie en todo momento). 


Puerto deportivo de Vila Franca do Porto.
Martín y Cruz ante el Ilhéu da Vila.
Una morena varada en la playa.
Estatua de Gonçalo Vaz Botelho ante la Camara Municipal de Vila Franca do Campo.
Iglesia do Senhor Bom Jesus da Pedra.
Un estilo propio de la isla, contornos en piedra volcánica con paredes blancas.

Nuestro mirador hacia el Ilhéu da Vila es desde una pequeña casita enfocada al mar que recogerá todos los vientos del sur.
Ilhéu de Vila Franca do Campo
Estorninos pintos.
En el ferry (más bien barca) que nos lleva hasta el Ilhéu.
Doblando el malecón.

En el embarcadero, en la entrada de la caldera.

El  Ilhéu de Vila Franca do Campo se sitúa a 1 kilómetros de la ciudad del mismo nombre y es la parte emergente de un pequeño volcán submarino originado hace 4 mil años.
Su forma actual (con un corte del cono en su ladera norte) es el resultado de la erosión marina sobre el cono volcánico. Dicho cráter forma una piscina natural de unos  150 metros de diámetro que se comunica con el mar a través del pequeño canal.




Por supuesto que nos bañamos!!!!!


La vuelta, una vez remojados.


Lagoa do Congro y Lagoa dos Nenúfares

Lagoa do Congro

Seguimos en el municipio de Vila Franca do Campo, donde algo más al norte de Vila Franca se encuentran unas de las lagunas más antiguas de São Miguel: la Lagoa do Congro y la Lagoa dos Nenúfares.

Dentro de un cráter aislado, que forma parte del macizo volcánico de Achada das Furnas y situado entre entre las calderas de Fogo y la caldera de Furnas.

De forma casi circular tiene un diámetro de unos 500 metros y sus aguas lucen una dominante verdosa debido al reflejo de la vegetación que la rodea y que apenas permite verla.

El acceso a la Lagoa do Congro es nuestro primer recorrido por un entorno de vegetación, lo cual nos impresiona enormemente por la oscuridad que guarda en su interior, por su frondosidad, por el tamaño de los árboles y en especial por los descubrir los primeros helechos arborescentes.


Aparcamiento para acceder a la Lagoa do Congro.
El cráter donde se sitúa la Lagoa do Congro esta totalmente rodeada por bosque, pero los alrededores de este espacio son pastizales típicos de la isla de Sao Miguel.
Un bosque muy espeso.
Donde vemos nuestros primeros ejemplares de helechos arborescentes.
Helecho arborescente.
Nuestro primer helecho arborescente, el que nos hace pensar en bosques primigenios donde los dinosaurios correteaban entre esas gigantescas plantas.
Pero (siempre hay un pero) posiblemente ese helecho de gran envergadura sea Sphaeropteris Cooperi, un helecho arbóreo de rápido crecimiento y gran tamaño que puede llegar a alcanzar 15 metros de altura y (lo lamentable) una planta invasora originaria de Queensland y Nueva Gales del Sur, Australia.
La veremos repetidamente a lo largo de toda la isla y el último día, cuando visitemos el Centro ambiental del Priolo, el guía del centro nos confirmara la existencia de esa planta invasora y nos mostrará el helecho autóctono de la isla de tamaño mucho más discreto (digamos mejor: pequeño).
Árboles de gran porte.
Desde la zona de aparcamiento el sendero perfectamente marcado desciende en busca de la laguna.


El nombre de la laguna se debe un rico propietario Andrá Gonçalves Sampaio, dueño de los terrenos donde estaba la laguna y que los lugareños apodaban “o Congro”.
Martín en la orilla de la Lagoa do Congro.
Cruz en la Lagoa dos Nenúfares, casi oculta por la vegetación.
De nuevo ante otro helecho arborescente.

Farol do Cintrao y Praia do Monte Verde

Continuamos el cruce de la isla, de sur a norte, para acceder por unas carreteras muy reviradas a la orilla del mar.

En primera instancia al Farol do Cintrao, punto donde se tiene amplias vistas. Tantas que años atrás (ya bastantes) utilizaban esta posición para localizar los grandes cetáceos que pasaban por estas costas, al tiempo que mandaban aviso para embarcar y proceder a su captura.

Hoy, desde el Farol do Cintrao solo se envía un rayo de luz salvadora.

Más tarde nos acercamos hasta la Praia do Monte Verde (playa de arenas oscuras) en busca de "limis".

Prados de un verdor exultante.
Farol do Cintrao.
Cruz que con el fuerte viento quiere salir volando.
Sin ánimo de darles caza, Martín en su intento de localizar los grandes cetáceos.
Praia do Monte Verde (arenas oscuras).
Ribeira Grande.
Buscando limícolas.
Contentos.


Lagoa do Fogo

Panorámica de la Lagoa do Fogo

Situado en el centro de Sao Miguel, Lagoa do Fogo es un gran lago que ocupa el fondo de la caldera del complejo volcánico Agua de Pau.

Donde antes se levantaban estratovolcanes, ahora existen grandes depósitos de agua procedente de agua de lluvia que cae directamente o se desliza por las laderas de la caldera.

Lagoa do Fogo tiene unos dos kilómetros de largo y unos 15.000 años de antigüedad. El colapso del volcán ocurrió hace unos 5.000 años, pero la última erupción es de 1.563.

La zona es Reserva Natural.


Parking Lagoa do Fogo.
Miradouro Lagoa do Fogo.
Las nubes continuaban jugando con las cimas de las montañas y creímos que sería una tontería acercarnos hasta el Miradouro Lagoa do Fogo, pero vemos en el mirador una gran algarabía que de repente explota en gritos; la Lagoa de Fogo se descubre. 
Lagoa do Fogo.
Descendiendo a la caldera.


A nivel del agua.

Llegados al borde de la caldera, junto al agua, continuamos por un pequeño sendero que la circunda.
Bosques de cedros japoneses al borde de la caldera, en las zonas menos abruptas.
Y me pregunto por qué, en este lugar tan opresivo, me siento tan a gusto????



Marinos u hombres de tierra firme, todos hemos de encontrar un Cabo de Hornos, en uno y otro lugar.


De nuevo en el miradouro, con una Lagoa de Fogo más despejada.

3 de octubre de 2024

Pico da Vara

El team Mareando la perdiz sobre la cima del Pico da Vara

Con sus 1.103 metros de altura el Pico da Vara es la montaña más alta de la isla de Sao Miguel.

El ansia por alcanzar el punto más alto atraía, pero más nos llamaba que el área de alrededor de Pico da Vara incluía la mayor mancha de bosque nativo de laurisilva, el lugar donde se encuentra la mayor concentración de camachuelos de las azores (Pyrrhula pyrrhula murina).

Cuando salíamos de Ponta Delga el cielo parecía distinto al de otros días. Cerca ya de San António de Nordestinho un cielo azul dañaba nuestras retinas después de los días pasados bajo la niebla.

No podíamos creer que íbamos a poder hoyar el Pico da Vara con cielos despejados!!!!!

Y no lo hicimos. La niebla apareció en el tramo final de la ascensión y solo nos permitió durante el descenso una pequeña ventana desde la que ver el sublime paisaje que se aprecia desde la cima.

Igual suerte con el camachuelo de las azores, del que solo pudimos escuchar un reclamo.

Aún así, caminar por un bosque de cedros (cedros japoneses) resulto algo novedoso y muy grato.

Para comenzar el ascenso al Pico da Vara es preciso llegar hasta San António de Nordestinho y subir (con el coche) hasta la Casa do Guarda da Reserva Forestal da Atalhada.
Algunos ejemplares de helechos arborescentes junto a la casa forestal.
Grupo de cedros japoneses.
Praderías, bosques de cedros y el mar.
Según ganamos altura, las praderías van cediendo el espacio al bosque.

Vista atrás.
Un espeso bosque de cedros desde un espacio abierto producto de una matarrasa.

La pista inicial da paso a un camino que corre por el medio del bosque. Un ascenso sin interrupción que junto al excesivo calor hace sudar.
El bosque nativo alrededor del pico que nos prometían no aparece. El bosque por el que subimos presenta algún pequeño rodal de laurisilva, pero casi en su totalidad es un bosque de repoblación de cedros japoneses (un árbol no autóctono).
Nunca habíamos caminado por un bosque de cedros.
A pocos metros de la cima, la niebla se apodera del lugar.
Un estaribel de rampas evita que los senderistas nos enguarremos los zapatos de barro.
A punto de alcanzar la cima.
Cima del Pico da Vara (1.103 metros).
Comenzando el descenso. El momento que la niebla abrió una pequeña ventana.
Si resultó agradable caminar por un bosque cedros, más agradable fue el descenso. 
Más abajo, la niebla desaparece (no en las alturas).

Porto Pescas do Porto Formoso

Después de la sudada que nos metimos con la subida al Pico da Vara, lo que procedía era un bañito en el mar.

Elegimos Porto Formoso, pequeño pueblo al norte, con un coqueto puerto según se ve en el mapa.

Llegados hasta su orilla (con el consiguiente descenso) una señal nos indica que esta prohibido el baño 😣😣😣😣

Porto Pescas do Porto Formoso

Lagoa das Furnas

Panorámica de la Lagoa das Furnas

Al igual que las lagoas de Sete Cidade o do Fogo, la Lagoa das Furnas se creó cuando el cráter del volcán del mismo nombre se inundó parcialmente con el agua de lluvia, creando un precioso lago de color verde (parece ser que el color verdoso del agua es debido a la excesiva cantidad de materia orgánica contenida en el fondo del lago).

Impresionante y grande, pero sin el encanto y misterio que encierra la Lagoa do Fogo, ya que a esta, por así decirlo se encuentra urbanizada al tener una carretera que bordea la laguna.



Lagoa das Furnas.
Garza real.


Miradouro  Grota do Inferno y Lagoa do Canario

Miradouro  Grota do Inferno.

Lo intentamos el primer día y lo volvemos a intentar hoy, pero la niebla no quería ponerse de nuestra parte.

Aún así, disfrutamos de este pequeño paseo que asemeja a los bellos y ordenados parques y jardines que Jane Austen relata en sus libros.

Encontrar una vaya y que este cerrada, no dice nada a los miles de turistas que la bordeamos por alguno de sus lados camino del Miradouro Grota do Inferno.
Parece un jardín inglés.

Miradouro  Grota do Inferno.

Parecía que abría, pero nada.
Panorámica de las vistas desde el Miradouro  Grota do Inferno.
De regreso, volvemos a acercarnos hasta la Lagoa do Canario.
Lagoa do Canario.
Correlimos pectoral.
Lagoa do Canario.

Lagoa Azul y Lagoa Verde (Lagoas de Sete Cidade)

Panorámica de Lagoa das Sete Cidades

Parece que el tiempo (atmosférico) quiere jugar con nosotros, nos da una de cal y otra de arena, nos cierra las vistas en la Grota do Inferno y nos las abre sobre las lagoas de Sete Cidade.

Ello nos incita a descender hasta la caldera (parando en alguno de sus múltiples miradores) y a recorrer ese rincón que tanto nos sorprendió el primer día.

Lagoa Verde desde el Miradouro do Cerrado das Freiras.
Lagoa Azul.
Lagoa das Sete Cidades.




4 de octubre de 2024

La mañana despertó pronto, aunque el sol volvió a ser frenado por la niebla.

Ultimo día en Sao Miguel. Momento de repasar lo visto y descubrir lo que aún queda pendiente.

Los cielos (siempre mirando al cielo) permanecen cubiertos, pero sin pronóstico de lluvias (esas llegarán mañana), por lo que decidimos volver a cruzar la isla de sur a norte y avanzar hasta el este para conocer el Farol da Ponta do Arnel.

Pero antes una parada en las proximidades de Vila Franca do Campo en busca de las ballenas que no se dejan ver.

Farol da Ponta do Arnel.

Farol da Ponta do Arnel.
Porto do Nordeste.

El faro más antiguo de todas las islas del archipiélago de Azores.

Desde noviembre de 1876 lanza sus potente rayos de luz para el auxilio de navegantes. Por supuesto ha tenido sus restauraciones y presenta un estado impecable.

Aparcamiento, no se te ocurra bajar en coche a menos que quieras tener problemas.

Una cinta de hormigón se precipita a lo bestia, en busca del Faros do Arnel y continúa hasta un pequeño Puerto.
Farol do Arnel.
Junto al faro, otro excelente punto para observar cetáceos.
La costa este es muy abrupta.

Farol do Arnel.

Pequeñas casas de pescadores.
Al fondo la Cascada de Ponta do Arnel (hoy más seca que la mojama). 
Adosadas al acantilado, adoptando sus formas. 


Porto do Nordeste.



Desandando el camino.

Porto do Nordeste.

Centro Ambiental do Priolo.

La borrasca se acerca. El día se ha ido deteriorando y cuando llegamos al Centro Ambiental do Priolo disfrutamos de fuertes ráfagas de viento, de niebla y lluvia.

Más vacío que el paraíso, el guarda nos atiende estupendamente, respondiendo a nuestras preguntas y explayándose sobre la triste realidad de esta isla arrasada en fruto de nuevos y más fértiles cultivos.  

Centro Ambiental do Priolo, en un instante donde se abrió un claro y penetró un rayo de sol.
El camachuelo de las Azores (Pyrrhula pyrrhula murina), es la única ave endémica de esta isla que actualmente se encuentra en peligro de extinción.
Estructura similar al camachuelo común (pico gordo y barrigón) el macho presenta los mismo colores que la hembra de común (no tiene la vistosa coloración rojiza en el pecho).  
Hoy se le protege, pero años atrás, cuando en la isla proliferaron cultivos de frutales, se daban recompensas por la caza de los camachuelos, estorninos y pinzones (los muy cabritos se comían los brotes de los árboles!!!!).
Paseamos por los alrededores del centro, hicimos cumbre en el Pico Bartolomeu (en coche) y rastreamos múltiples rincones del bosque (de cedros japoneses) hasta dar con un único ejemplar que jugaba con nosotros escondiéndose tras las ramas sin permitir sacarle una foto.  

5 de octubre de 2024

Dia de la partida. 

Con la lluvia ya presente, tomamos nuestro avión, dejando atrás un montón de vivencias, de sensaciones, de risas que dejamos pasar y que son parte de nuestras vidas, de nuestros sueños. De esos sueños que por momentos nos sacan de la indiferencia y de la rutina.




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