Pico de la Hoya desde Pallide por El Estrecho y la Collada de Linares (descenso por Reyero)

 


16 de Enero de 2022

Parece que el discreto Pico de la Hoya no es tan discreto como pensaba.

Durante nuestro ascenso nos hemos cruzado con cuatro montañeros que ya descendían en las proximidades de la Collada de Reyero, otro grupo de ocho a los que les dejamos la cima (por el puto virus y la distancia social) y finalmente con otros cuatro cuando ya embocábamos el camino de descenso a Reyero.

Y no resulta extraño, ya que desde su cima -que se alcanza desde diversos puntos con facilidad- se tienen unas vistas de escándalo.

Desde Ciguera, desde Reyero, desde Solle, e incluso desde Crémenes en recorrido circular con la bici hemos alcanzado su cima. Hoy lo haremos saliendo desde Pallide. Siguiendo el rumbo del PR-LE-47 que desde Pallide alcanza los Puertos de Linares por El Estrecho, el angosto paso que los vecinos abrieron en el murallón que interrumpía la comunicación con los pastos de altura.

Esta mañana la mayor dificultad estaba en hielo que cubría las rocas sobre las que era preciso saltar cada vez que era necesario cruzar el Arroyo de Remolina.

La escasez de ganado y pastores que cuiden de los pastos hace que gane la partida las escobas que van cubriendo las praderías. Sobre todo en las proximidades de la Collada de Linares.

Desde este punto no es visible el Pico de la Hoya, un crestón -que bordeamos por la derecha- nos lo impide. Superado este, el pico y el collado de Reyero aparece y marcamos la línea imaginaria por donde ascendemos a su cima.

En la cima, bajo nuestros pies, el valle donde se asienta Lois y emergiendo de este un arco de sierra que dese Pico Lázaro va recorriendo dientes por La Trapa, el Peñón de la Collada, Pico Castaño, Llerenes y finalizar en la cima de Peñas Pintas.

Hacia el sur los Jaidos, el grupo de cimas del Cerro Pedroso y algo más alejado Peñacorada.

Al oeste el embalse del Porma deja ver una pequeña porción de sus aguas desde donde se levantan las cimas de Peña Armada, del Susarón o de Peña Forcada.

Vuelta al Collado de Reyero donde el Camino a Lois nos lleva, en un descenso continuo, hasta Reyero, donde será preciso lanzarse a la carretera para recorrer los escasos dos kilómetros para retornar a Pallide.


Pallide, situado en uno de los valles trasversales al Porma, recibe los primeros rayos de sol.
Mucho sol se necesita para entibiar la mañana.


El sendero discurre la primer parte entre campos de siega.
A nuestra izquierda el Peñón Libiana.
Avanzamos hacia la zona de roca donde se sitúa El Estrecho.
La sombra lo inunda todo.

Arroyo de Remolina.
Cuadras.

Entrando en El Estrecho.

Mirada atrás.

Según he podido leer, el paso a los pastos superiores fue logrado gracias a la dinamita.
El mayor problema, cruzar el arroyo saltando de piedra en piedra con una buena capa de hielo.

Vista atrás.

Superado El Estrecho continuamos ascendiendo hacia la Collada de Linares.
Las praderías pierden protagonismo ante el avance de las escobas.
Vista atrás.
El Susarón.
Collada de Linares. 
Vemos el Pico Lázaro, pero no vemos el Pico de la Hoya.
Bordeando por la derecha entramos en el valle donde ya vemos el Pico de la Hoya.
Collada de Reyero y el Pico de la Hoya.
En el collado, ascendiendo pegados a la línea de postes.
Pico Lázaro y detrás la cuerda que une el Recabiello con la Peña de la Cruz.
La hoya que da nombre al pico.
Al frente Llerenes y Las Pintas.
El Susarón y los nevados Peña Redonda y Cuerna.
Panorámica de la cimas del otro lado del Valle del río Dueñas.

Los Jaidos, el Pico Cerroso y Peña Rionda.
Lois.
Muy veladas, las aguas del embalse del Porma.
Peña Armada.
Panorámica hacia las cimas del Porma.
El Torres.
Peña Forcada y el Bodón.
Refugio a mitad del descenso.


Vista atrás.
Reyero 

De camino, por la carretera, Peña Armada y Peña Forcada.
De vuelta a casa, una parada junto a las aguas del embalse del Porma (Susarón y Peña Armada)


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