Aveiro
Aveiro, la Venecia portuguesa. |
24 de Febrero de 2022
Entramos en el centro histórico de Aveiro al atardecer, cuando sus habitantes se dan el piro hacia la zona nueva dejando una ciudad fantasma, sin gente y con una luz anaranjada que le confiere un aire de tristeza.
Lo propio sería hacer caso de aquellos blogs que hablan de lo imprescindible para hacer en Averiro: a saber, un paseo por los canales de la Venecia portuguesa y degustar sus típicos Ovos Moles (el dulce típico de la región).
Como los moliceiros (las embarcaciones típicas) a esa hora ya estaban amarradas y las tiendas donde se venden los Ovos Moles cerradas, optamos por la única posibilidad que nos queda; pasear por sus desiertas calles en busca de algún restaurante donde quitar el hambre. Y mira por donde, durante ese vagabundeo descubrimos un Aveiro donde el agua y el color de sus edificios modernistas resplandecen a la luz de las farolas y los mosaicos de sus calles, mayormente de figuras marineras, nos trasportan hacia vetustos edificios donde los parroquianos disfrutan de unas Super Bock apoyados en la barra del bar mientras hablan de sus historias.
Las franchesinas, ese emparedado quita hambre bañado en salsa picante incita a que nosotros también nos amorremos a la Super Bock y disfrutemos del micro barullo de nuestro bar y al salir veamos un nuevo Aveiro.
En definitiva un par de noches y un día callejeando por estrechas calles, sin rumbo fijo y sin ningún tipo de pretensiones.
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