Cabo Norte

Islas Vesterålen (Noruega)

 


Agosto 1991

No recuerdo lo que comí ayer, pero en mi memoria aún está presente el cuándo y dónde se germinó la idea de un viaje a Cabo Norte.

Corría el verano del 85, de vuelta de un viaje por Grecia, cuando al finalizar la tarde, aterrizábamos en un insulso camping al sur de Francia. Medio desierto, aposentamos nuestra tienda junto a un R5 rojo que resultó tener matrícula española y donde sus tres ocupantes (dos chicos y una chica) tenían tantas ganas de platicar como nosotros. Y como es normal, cuando dos viajeros se juntan la conversación siempre acaba siendo de viajes. Nos contaron su anterior viaje a Noruega, por los fiordos, rumbo a Cabo Norte, entre los continuos y espesos bosque de abedules y superada la línea del círculo polar ártico, por los extensos e interminables campos de tundra donde los renos pacían en libertad.

Fue ese el momento donde surgió la chispa, que seis años más tarde habría de llevarnos hasta Cabo Norte. Y hoy, un reportaje sobre la caza fotográfica de bueyes almizclados fue lo que me llevó al trastero en busca de las cajas de diapositivas de aquel viaje, para traer a la memoria los recuerdos de aquellos días a través de esas viejas imágenes.

-Qué es lo que queda de un viaje después de treinta años? 

-Las fotos.

Las fotos son el delgado vínculo que existe entre el momento actual y aquellos días. Un cordón tan delgado como la seda dental que nos permite ir tirando de él para traer al momento actual, las imágenes de aquellos días: las caminatas por las tierras laponas siguiendo el curso del río Lemmenjoki (días que finalizaban ante el fuego de una hoguera), los amplios espacios junto a los fiordos donde pacían en libertad los renos y donde podías caminar junto a una colonia de gaviotas tridáctilas, o las alfombras de musgo y líquenes del parque Dovrefjell, por el que caminamos en busca de los bueyes almizcleros, o la ascensión al Galdhøpiggen, la mayor altura de la península escandinava.

En definitiva un trabajo de restauración de aquellas viejas y deterioradas diapositivas arrinconadas en el trastero, que a pesar del ruido y mala (muy mala) calidad, sirven para forjar una sonrisa a los de casa. 

Las fotos en Google

Cuatro amigos (Cruz, Manolo, Almudena y Pepe), una furgoneta industrial alquilada en Soria (de donde partimos el 1 de agosto) donde metimos todo el equipo de acampada (todos los días montábamos y desmontábamos las tiendas), la comida de todo un mes para cuatro personas (la comida es carísima en los países del norte) y ganas, muchas ganas de hacer kilómetros (en total ida y vuelta salieron mas de 11.000 kilómetros).
Un baño en un lago sueco al final de la tarde.
Tres días a tope, devorando kilómetros sin apenas parar para llegar lo antes posible a tierras escandinavas.
Un viaje mayoritariamente por la naturaleza, pero sin obviar las capitales.
Estocolmo, la capital de Suecia, un recorrido fugaz, sin pernoctar en la ciudad, ya que nuestro viaje era de bajo presupuesto. 
Parlamento de Suecia.
Palacio Real de Estocolmo.

Stortorget, rodeada de preciosas casas con fachadas de colores, es una plaza situada en Gamla Stan, el centro histórico de Estocolmo. 
Manolo junto a el Pozo, también en la plaza de Gamla Stan.


Barnaclas cariblancas en uno de los parques de Estocolmo.
Muchos años tendrán que pasar para que volvamos a ver estos animalillos. Será fruto de una nueva afición (pajareo) y en lugares muy distintos.
Mucha afición al ajedrez.
Tirando de guía (de las de papel) y en nuestro deseo de avanzar hacia el norte (siempre hacia el norte), nuestro siguiente destino fueron los rápidos y cascadas de Storforsen.
Ya en la Laponia sueca,  el río Pite forma un rápido, a unos 38 km de Älvsbyn. 
Se trata de uno de los rápidos mas grandes de Europa, con un caudal medio de 250 m3/s aproximadamente, que a mediados del verano (cuando la corriente alcanza los 870 m3/s) forma un espectáculo increíble.
Con fuertes medidas de seguridad para proteger al personal de una caída fortuita al río.
Aún no soy capaz de recordar quién es ese barbudo que con tanta frecuencia aparece en mis diapositivas.

La línea del circulo polar.
Uno de los cinco paralelos principales de la tierra, que marca la entrada al círculo polar ártico y donde es visible el sol de medianoche (años más tarde pisaríamos otro de los paralelos famosos, la línea del ecuador).
Atardeciendo sobre uno de los miles de lagos de Suecia.
Continuamos con nuestra peregrinación por los campings escandinavos, donde para poder cenar sin que nos coman los mosquitos (algunas noches fueron horribles) utilizábamos pequeñas cabañas a modo de cocinas-comedor que el camping ponía a disposición de los clientes. 
La consigna era avanzar hacia el norte, pero al paso se imponía hacer rutas que nos permitiera ver como era el terreno.
Sin GPS, sin mapas, con una breve explicación de la guía que llevamos, o la sacada de algún panel informativo en alguna oficina de información, nos permitió hacer alguna pequeña cima y llegar hasta algún lago. 
Como la subida al Noitatunturi (en la Escandinavia finlandesa) , la montaña más alta de Pyha-Luosto, con una altura de 540 metros que fue antiguo lugar de culto para el pueblo Sami.

Tomando un poco de altura la vegetación (sobre todo árboles) desaparece de inmediato.
Cima del Noitatunturi, antiguo lugar de culto de los samis.
540 msnm.

Con cielos cubiertos, pero sin llover.
Una ruta circular que nos llevará hasta un lago.

El lago donde beben los osos.
Hace treinta años los finlandeses temían el impacto del paso del personal y colocaban un gran número de pasarelas para evitar el deterioro.
Habrán de pasar muchos años para que veamos ese tipo de estructuras en los paisajes de España. 

Cruz caminando por una pasarela de madera para evitar el deterioro del paisaje.
También es necesario pensar la cantidad de árboles que es preciso talar para hacer tal estructura.
La aventura del río Lemmen (Lemmenjoki) creo que hizo revivir en los todos nosotros la vida de tramperos que habita en nuestro interior y que las novelas de Jack London despertó cuando éramos jóvenes.
Exagerado el tamaño de la mochila de Manolo.
El Lemmenjoki es un río al norte de la Laponia finlandesa.
Con unos 80 kilómetros de largo, corre desde Nautajänkä, y a través del lago Paatari, hasta desembocar en el lago Inari. 
El nombre del río proviene de la palabra sami "Leammijohka", que significa "río cálido" (por supuesto el termino cálido para los samis es distinto al que podemos interpretar nosotros).

En algún punto era preciso vadear el río y se hacía con la barca que se ve en la foto, unida a las dos orillas por un entramados de cables que te permitían recuperarla desde cualquiera (y por supuesto a nadie se le ocurría cortar el cable y llevarse la barca).
La ruta discurre cerca de la orilla del río y vamos encontrando refugios donde poder pasar la noche.

Con pequeñas pasarelas de madera que te permiten cruzar los arroyos.
La cabaña que nosotros elegimos.
Junto a esta, un lávut de madera (como las tiendas de los indios "tepee"), las habituales casas de los samis, en la que podías hacer fuego en su interior y que será donde pasaremos la noche.
Ni idea de como lo arreglaríamos, pero el descenso lo realizamos al día siguiente, a bordo de una barca con motor que contratamos y que hizo un descenso de lo más rápido.
Rápido pero helador.
Impresionante lo rustico de la construcción de la barca.
Manolo y su indestructible Ricoh. 
Secaderos de bacalao.
En cualquier rincón al norte del círculo polar ártico.
Entrando al pie de una colonia de gaviota tridáctila.
Casi al ras del suelo.
Las gaviotas aparecen relajadas ante nuestra presencia.


En el mes de agosto ya se oculta el sol, pero durante la mayor parte de la noche permanece una luz tipo atardecer continuo, que hace extraño lo de meterse a la tienda a dormir y que te permite salir de la tienda a mear a media noche sin necesidad de llevar linterna.
Un día que acampamos cerca del mar, cuando ya llegaba el momento de levantarse, saqué la cabeza de la tienda y me topé con un pequeño grupo de renos que pastaban tranquilamente alrededor de nuestras tiendas.


Un día dentro de las tierras del círculo polar ártico da para mucho.
Levantarte, desayunar, desmontar tienda y recoger todo el equipo, rutear hasta el destino (siempre hacia el norte), hacer una excursión, volver a rutear (siempre hacia el norte), elegir un lugar donde acampar, montar el campamento, hacer cena y descansar. Y todo con luz.

Nuestro primer encuentro con un fiordo.
Nada que ver con las Rías Gallegas y por supuesto, nada que ver con los "Fiordos Leoneses" (Anciles).

En Laponia los samis y los renos son una simbiosis.
Los samis recorren Laponia con sus renos en busca de los mejores pastos donde alimentar a sus manadas. A cambio, los samis aprovechan absolutamente todo de los renos sacrificados: la carne que consumirán fresca, congelada o ahumada (al igual que las visceras). Con las astas y los huesos realizan herramientas y juguetes para los niños (también recuerdos para vender a los turistas) y con las pieles confeccionan prendas de ropa y botas (también para los turistas y para sus trajes regionales).  

Un niño sami.
Esperando para embarcar hacia Cabo Norte.
Cabo Norte se considera el punto más septentrional de Europa, si bien es verdad que Cabo Norte se encuentra en un islote (por lo tanto no sería el punto más al norte continental) y además existe en la misma isla otro cabo (cabo Knivskjellodden) al oeste, que aún se mete 1500 metros más hacia el norte.
Posiblemente será cuestión de estética, ya que Cabo Norte se sitúa sobre un acantilado de 300 metros, mientras que el cabo Knivskjellodden se hunde en el mar con suavidad (Cabo norte es el punto usado para separar el océano Atlántico del océano Ártico).
Durante el trayecto en ferry hacia la isla de Magerøya, donde se encuentra Cabo Norte.
-No se te ocurrirá sacarme con esos pelos en el blog!!
-Por supuesto que no!!!!
Juego de luces con los islotes vecinos.

Atardeciendo por los alrededores de Cabo Norte.
En Cabo Norte.
Objetivo y punto más alejado de nuestro viaje.
El Globo.
Hasta este punto el viaje había sido una carrera por llegar hasta el extremo más al norte.
Ahora, a la vuelta, era cuestión de repartir el tiempo sobrante (nuestro viaje a Cabo Norte duró todo el mes de agosto) por los distintos lugares que quisiéramos visitar. en función de la distancia y el presupuesto.
Total que, reunidos los cuatro, democráticamente cada componente eligió un sitio al que el resto del grupo aceptaría sin rechistar (el tiempo restante sería para el desplazamiento y alguna ruta o elegida por todos). 


Vesterålen es un archipiélago situado en aguas del mar de Noruega, al norte de las islas Lofoten que ha saltado a la fama en el mundo de los viajeros porque desde allí se realizan excursiones para ver cetáceos.
Echando la pota.
Por supuesto que esta no fue una de mis rutas elegidas.
Nada más subir al viejo barco ballenero (reconvertido en barco turístico) me di cuenta que me iba a marear.
Pero no fue un mareíllo, fue la única vez que después de regalar a los peces todo mi desayuno, continué vomitando un líquido asqueroso, mientras notaba como las paredes de mi estómago chocaban unas con otras. 
Llegado el momento, cuando empiezan a surgir aletas sobre la superficie del mar y el mareo desaparece.

Próxima a las islas Vesterålen el fondo marino se desploma 1000 metros con la brusquedad de un precipicio, lo que favorece la proliferación de calamares gigantes y otras especies que tanto gustan a los cachalotes y ballenas que son capaces de nadar hasta esas profundidades aguantando la respiración y la presión de todas las toneladas de agua.

Posiblemente una ballena gris.
La cola de un cachalote.
Lo que habíamos venido a ver.
Alguien grita en el barco y señala un punto. Todos giramos nuestras cabezas, al tiempo que el capitán enfila el barco hacia el chorro de agua que sale del mar, avanzando a toda velocidad. Y decenas de ojos dejan de pestañear, esperando el momento que el monstruo marino, con una nueva y fresca bocanada de aire, curve su lomo y pegue el coletazo que le lleve hasta las profundidades abisales.
De vuelta a tierra.


Poco sol vimos por estos lares. Las nubes parecían ser el techo típico de estas tierras, pero la lluvia nos respetó la mayor parte del viaje (alguna parte del día llovía, pero era soportable).
Pero el día que recorrimos Vesterålen fue horrible. El agua caía como si los angelotes del cielo estuvieran de broma y nos tiraran cubos de agua. No paró de diluviar en todo el día.

Las típicas casitas de color ocre sobre palafitos de maderas.
Afortunadamente pudimos alquilar una cabaña donde pasar la noche y al día siguiente, como queriendo compensarnos por el anterior, lució el sol.
Nuestra cabaña en Vesterålen.

La típica foto de la bahía rodeada de sus escarpadas montañas.



De vuelta al continente.

Una cascada cercana a las Lofoten.

Glaciar Svartisen.
Con sus 369 kilómetros cuadrados, Svartisen es el segundo glaciar más grande de Noruega. Se encuentra en el condado de Nordland en el norte de Noruega, al sur de la ciudad costera de Bodø.

Una foto para el recuerdo.
El círculo polar ártico atraviesa la parte sur del glaciar.
El nombre Svartisen proviene del antiguo término noruego "svartis", que denota el color azul intenso del hielo y el contraste entre la nieve blanca y el hielo más reciente de la meseta helada



Catedral de Nidaros, vista desde la torre, Trondheim.
Seguimos descendiendo a buen ritmo.
Catedral de Nidaros es el nombre con el que se conoce a la catedral luterana de Trondheim en Noruega.
El edificio, es de estilo gótico, con influencias inglesas y románicas.
El parque nacional Dovrefjell-Sunndalsfjella 
Es un parque nacional de Noruega, fundado en 2003 para reemplazar y ampliar el anterior parque Dovrefjell, creado en 1974 que era la protección que tenía cuando nosotros lo visitamos.
Creo que fue la propuesta de Cruz, después de ver en un centro de interpretación unas fotos de los bueyes almizcleros sobre las alfombras de musgo, setos y liquen que conforman el parque Dovrefjell.
No recuerdo como fue el proceso para llegar hasta la pequeña población donde fuimos hasta la casa de un científico que estudiaba a los moskusfe (es como llaman los noruegos a los bueyes almizcleros) a preguntarle dónde podíamos verlos en Dovrefjell.
No me explico cómo nos atendió tan amablemente, cómo pudimos entendernos y como en un territorio tan igual y tan extenso pudimos dar con los moskusfe (se pronuncia muskus).
Tras aparcar la furgo al final de una pista, recorrer unos cuantos kilómetros por pequeños senderos y mirar cada poco con los prismáticos....
-Aquellos bultos oscuros son piedras o son vacas?
-Creo que son piedras.
-Pues yo creo que son los moskusfe.
Allí estaban, en la lejanía, soleándose mientras pastaban y cuidaban de sus jóvenes crías. Unos animales inmensos, con aire primitivo y aparentemente muy peligrosos (había carteles cada poco, que indicaban el peligro de encontrarse y acercarse a los bueyes).
Actualmente el parque tiene una superficie de 1693 km², se sitúa en el condado de Innlandet e incluye amplias zonas de la cordillera de Dovrefjell (Alpes escandinavos).

Con la Olympus OM-20 y un objetivo de 200 mm.
Hoy con la P-1000 y sus 3000 mm la cosa sería muy distinta.
Tirados en el suelo para camuflarnos, cuando levantan la cabeza y te miran, da mucho respeto (más bien miedo).

Parque nacional Dovrefjell-Sunndalsfjella
El Jotunheimen es un macizo montañoso de la parte sur Noruega. Las 29 montañas más altas de Noruega se encuentran todas en Jotunheimen, incluida la más alta: Galdhøpiggen (2469 m), nuestro siguiente objetivo.
El Galdhøpiggen fue mi elección.
Una montaña, (la más alta de Escandinavia) sencilla en su ascenso, pero con el encanto de tener que subir a través de un glaciar. 

El ser la más alta y que sea relativamente sencilla su ascenso, atrae a infinidad de personas, tanto montañeros como no montañeros, creándose en su base un mercadeo de guías que cuando les preguntas por dónde se sale para ir a la cima, te miran con cara de susto y te desaconsejan el hacerlo por tu cuenta.
Eso nos llevo a apuntarnos con un grupo, en el que partimos encordados como chorizos unas doce personas, hasta que después de ver el surco que había en la nieve por el paso de anteriores cordadas, decidimos separarnos del grupo, sacar nuestra cuerda y ascender a nuestro ritmo.


Las grietas si eran potentes.


Cima del Galdhøpiggen (2469 m)
En la cima hay un bar donde se pueden comprar bebidas.

El descenso bastante más rápido.


Seguimos descendiendo y metiendo millas a la furgona.
Bergen es nuestro próximo destino y un recorrido por alguno de sus fiordos.
Fiordos de Bergen.





Un nuevo glaciar por los alrededores de Bergen.
Con impresionantes saltos de agua.

Y un manto de hielo descolgándose con la velocidad de un caracol. 


Oslo fue el último punto antes de tomar el ferry hacia Dinamarca.
Junto al busto de Alfred Nobel en el Instituto Premio Nobel en Oslo, Noruega.
En Vigeland, el que citan como el parque más sorprendente de Oslo.
La Sirenita de Copenhague.
Cuando te acercas a ella no puedes menos que sorprenderte por lo pequeña que es.
De aquella ya teníamos una tienda de techo.


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