Integral de Peñacorada

4 de Abril de 2022

De nuevo por el pequeño macizo de Peñacorada, el último bastión donde los pliegues de la Cordillera se suavizan para dar paso a la llanura.

Con una propuesta que me obliga a pasar por Robledo de la Guzpeña, a dejar la bici (anclada a un poste) para más tarde poder cerrar el círculo de la integral de Peñacorada desde Cistierna.

Mañana de cielo azul y con una ligera brisa heladora que me torturará por los altos.

Aparco en la parte alta de Cistierna, junto a un gran parque infantil y comienzo la caminata hacia la ermita de San Guillermo.

Sin prisas, sabiendo que el día ya tiene suficientes horas de luz, que la distancia es asequible y que de lo que se trata es de disfrutar de un terreno tan montaraz como alpino.

Pinares de repoblación por los alrededores de la ermita de San Guillermo y un sendero que busca los collados con rapidez.

Buenos miradores hacia Cistierna (ya muy abajo), hacia el valle del Esla y hacia las aristas de Peñacorada que aún aparecen muy lejanas.

El pinar dio paso a los rodales de encinas (salpicados con algunos robles de gran tamaño) y estos a las praderas de altura, que a pesar de la lluvia y nieve de los últimos días, muestran un aspecto seco y tristón.

Por los Campos de Quintana cambio el rumbo hacia el norte y gano una desconocida cima que me permite el paso hacia la arista de Peñacorada y me muestra el entorno donde me muevo.

La cima aún se hace esperar. Es preciso recorrer un largo tramo de arista que cabalga sobre El Campurrial, el collado que une La Mata de Monteagudo con Fuentes de Peñacorada y donde un bosque de jóvenes tejos se extiende por la ladera norte de la peña.

La cima de Peñacorada podría ser el final del recorrido, pero hoy es punto y seguido.

Desciendo por la arista sur, siguiendo un tenue sendero balizado a tramos, hasta un punto donde lo pierdo y me dejo llevar en busca del espeso bosque de encinas y robles que rodea a Robles.

Antes de entrar en el pueblo, busco un lugar a resguardo del viendo donde poder comer el bocata y disfrutar del entorno.

En Robledo de la Guzpeña solo los perros salen a saludarme. Mi bici me aguarda para abordar la segunda parte de esta integral. Descenso rápido desde Robles hasta entroncar con la carretera que bordea la ladera sur de Peñacorada, uniendo el valle del Cea con el Esla y donde resoplaré con los pequeños altos que me encuentro antes de entrar de nuevo en Cistierna.




El sendero sube con decisión por el pinar.

A tramos por la pista de servicio de la ermita.

Ermita de San Guillermo.
Cistierna, enclavada en el valle del Esla.

Aún resta mucho para la cima.


Las laderas del macizo de Peñacorada dan paso a la llanura.
No es la cima de Peñacorada, son las estribaciones de la cima (sin nombre conocido) por la que pasaré en busca de la arista que ya me llevará a Peñacorada.


Esa sí, esa es la cumbre de Peñacorada.
Son los Campos de Quintana.


Cima sin nombre (1704 metros).
Peñacorada.
Las Montañas de Ocejo.

Una vallada, a unos 1600 metros de altura, que guarda tintes invernales por lo seco que se encuentra el terreno.
Vista atrás, el pico sin nombre.
Una panorámica hacia las montañas de Ocejo.
Y lo que resta a cima.


Peñacorada, paso del llano a la montaña.
Cima de Peñacorada.
Un gran rodal de encinas y en la planicie bosques de robles.
El descenso resulta cómodo.
Vista atrás.
Algún ejemplar de sabina de gran porte.
Ya por el encinar.

Con grandes robles.
Peñacorada.




Transito a la bici, serán como unos 15 kilómetros hasta Cistierna.





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