Avilés

El Parche (plaza España) 

30 de Mayo de 2022

Hace siete años, un golpe de viento arrastró hacia las costas de Avilés a un par de ejemplares de gaviota polar (ver report), que a su vez atrajeron a un nutrido grupo de pajareros llegados de diferentes lugares (entre los que nos incluimos) para observar los amarfilados tonos de su plumaje.

En aquel día ya tan lejano, solo visitamos la zona portuaria, donde paraba uno de los  ejemplares de polar, y el Centro Niemeyer, el conjunto modernista que desde su construcción daría un aire vanguardista a la ciudad de Avilés.

Hoy regresamos a Avilés en busca de otro "pájaro" que no vuela, pero que viene directo de Paris.

Y aprovechado el viaje, decidimos pasar la mañana recorriendo el Avilés más medieval, el más auténtico, el de toda la vida.

Pasear por sus numerosas calles porticadas, admirar viejas y nuevas iglesias, altivos edificios levantados por los "indianos" que pretendían mostrar lo bien que les había tratado la vida y disfrutar de las terrazas de la plaza España mientras tomas un café, qué más puedes pedir?????

Antes, para dar tiempo a que la ciudad despierte, nos acercamos hasta la costa. En el extremo occidental de la playa de Salinas, en el pequeño saliente de La Peñona, se ubica el museo de Anclas de Salinas. Un museo al aire libre con un motivo original y muy marinero -las anclas de barcos- que ha servido para dinamizar la zona y en cuya punta una busto de Philippe Cousteau nos observa cuando caminamos por la pasarela hacia el mirador de La Peñona.

Despejados de la modorra del viaje, volvemos a Avilés, hasta el Centro Niemeyer, la isla vanguardista entre el Avilés medieval y el Avilés industrial, que nos sirve para dejar aparcado nuestro coche, recorrerlo y acceder a centro histórico de la villa cruzando la ría a través de su pasarela de colores.

Pocos metros nos separan de la plaza España, centro neurálgico de la zona vieja, donde comenzamos nuestro pequeño periplo por la calle de San Francisco hacia  la plaza de Domingo Álvarez, mientras al paso, admiramos las fachadas de sus pintorescas viviendas, la fuente de los Caños de San Francisco o la iglesia de San Nicolás de Bari.

En esa plaza comienza la calle Galiana, la calle con soportales que con una largura de 252 metros se enorgullece de ser la más grande de España y bajo su pórtico el piso aún conserva una división de espacios: el empedrado para el paso del ganado y las losetas por las que caminaban los ciudadanos.

La Galiana nos trasporta hacia una nueva plaza (plaza del Carbayedo) donde los árboles se apoderan del espacio y en cuyo centro se camufla entre la vegetación un enorme hórreo.

Árboles y una inmensa pradera es lo que encontramos en el parque de la Ferrera, el pulmón que salvó a esa Avilés industrial y que hoy sirve de esparcimiento a niños, jóvenes y adultos y que nosotros en esta brillante mañana recorremos a su través, para salir por otra de las calles más populares, calle Rivero donde las calles porticadas vuelven a sorprendernos, pero en esta ocasión con edificios más actuales.

Fue zona de artesanos y hoy es de las más transitadas, y es por ella por la que volvemos a la plaza España, donde un rumor sale de sus terrazas que invitan a sentarse y disfrutar de un café o una caña al gusto del consumidor.

Lugar apropiado para reponer fuerzas y volver a la carga desde esta misma plaza por alguna de sus calles, que con dirección norte, nos acerca hasta otra plaza emblemática: la de Camposagrado, que custodia de la escultura del pintor Juan Carreño Miranda y donde se encuentra el barroco palacio de CampoSagrado.

Unos pasos más, por la estrecha calle de San Bernardo, para darnos de bruces con la joya del románico avilesino; la iglesia de San Antonio de Padua.

Y a su frente un edificio actual, con líneas agresivas que alberga el Museo de la Historia Urbana de Avilés.

Los viajeros acusan el cansancio de una mañana tan intensa, al igual que sus cuellos que no cesan de mirar tanto hacia arriba, como hacia los lados, al igual que sus estómagos que  ya comienza a emitir algún que otro rugido. Pero hay que hacer el último esfuerzo y conseguir llegar hasta la iglesia nueva del barrio de Sabugo, la iglesia de Santo Tomás de Canterbury, levantada en estilo neogótico con las aportaciones de los burgueses de la ciudad y la participación de los nuevos ricos que eran "los indianos".

Volver al barullo de la plaza España y buscar un restaurante donde poder arrimarse al plato y descansar del ajetreo de la mañana y más tarde, para bajar la comida, acercarse hasta algunas de las puntas costeras que tan buenas vistas dan al mar, mientras esperamos la llegada de nuestra polar. 

Museo de las anclas «Philippe Cousteau»

Playa de Salinas.
Un ancla, una vela.
Una panorámica de la playa de Salinas.
Elemento imprescindible de cualquier barco, -las anclas- son las piezas sobre las que giran este museo al aire libre y que pone fin al paseo que corre paralelo a la playa de Salinas. 
Imagen del fallecido Philippe Cousteau.

Pasarela hacia el mirador de La Peñona

Escultura de Philippe Cousteau.
Salinas desde el mirador de La Peñona.
Una foto para el recuerdo.
Museo de las anclas.
Centro Niemeyer.
Cuatro edificios unidos por una gran plaza, forman la única obra realizada en España por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer.

El tamaño de los edificios, las líneas onduladas y el color blanco son las señas de identidad de este centro vanguardista.
Un domo que invita a ser escalado.

Cuatro líneas sobre fondo amarillo para representar a una mujer sobre la fachada de este auditorio.

Lamentablemente es martes y todas las instalaciones permanecen cerradas (se abre de miércoles a domingos)

Ría de Avilés.
Puente multicolor sobre la ría de Avilés.
Vista atrás.

Plaza de Santiago López.
Plaza España (conocida como El Parche).
Edificio del Ayuntamiento (plaza España)
Palacio de Ferrero, de estilo barroco y hoy convertido en hotel.

Calle de San Francisco
Fuente de los Caños de San Francisco.
Construida a finales del XVI con el fin de canalizar las aguas para evitar enfermedades.
Parece que hoy no es el día; el Centro Niemeyer cerrado y la fuente de los Caños de San Francisco sin agua. 
Iglesia de San Nicolás de Bari
Edificado en el siglo XIII albergó una comunidad franciscana.
Diferentes reformas, con diferentes estilos.
Destaca su claustro románico (cerrado en ese momento, ya que el claustro se utiliza como patio de recreo de los niños) y una pila bautismal realizada sobre un capitel romano.
Edificios al frente de la iglesia.
Puerta de acceso.
Pila bautismal de la iglesia de San Nicolás de Bari.
Realizada sobre un capitel corintio tallado sobre un bloque de mármol.
Interior de la iglesia de San Nicolás de Bari.
Plaza Domingo Álvarez Acebal
Claustro románico de la iglesia de Santo Tomás de Bari (los niños durante el recreo).

Palacio de Balsera (plaza Domingo Álvarez Acebal).
Actualmente es la sede del Conservatorio municipal de música Julián Orbón.
Comienzo de la calle la Galiana.
Más de 250 metros de soportales consecutivos (en concreto 252).
La calle Galiana aún conserva el antiguo suelo, donde la zona empedrada se utilizaba para el ganado 
y la pavimentada para los transeúntes.
Las casas porticadas comenzaron a construirse en el siglo XVII, mayormente por indianos, donde en la parte inferior se utilizaba como negocio y la superior como vivienda.

Hoy toda ella una continua terraza y zona de alterne.




Final de la calle Galiana y entrada hacia plaza Carbayedo.

El hórreo de la plaza Carbayedo.

Parque de Ferrera.
Un espacioso parque estilo inglés.

Lugar apropiado para relajarse.
Quiosco musical.


Calle Rivero.
Del siglo XV, antiguo Camino Real a Oviedo.
La caminamos en dirección norte para volver a la plaza España.
Fuente de los Caños de Rivero y a su lado, la capilla del Cristo de Rivero.
Fachadas coloristas,



De nuevo en la plaza España.
El palacio de Camposagrado vigilado por la escultura del pintor Juan Carreño Miranda 
Construido en el siglo XVII en estilo barroco.
Iglesia de San Antonio de Pádua
En pleno centro histórico de Avilés.
En la plaza de Carlos Lobo.
Y frente el Museo de la Historia Urbana de Avilés, edificio cuyas líneas difieren del entorno.
Iglesia de San Antonio de Pádua y plaza de Carlos Lobo.

La Plaza, el mercado de Avilés.


Y en la planta de arriba, la Escuelina, cafetería restaurante.
Iglesia de Santo Tomás de Canterbury.
Con ese nombre y con esas líneas da la sensación de haber sido abducido por alguna infernal máquina y escupido en una ciudad donde conducen por el lado contrario.
Inaugurada en 1903, se levantó con las donaciones de los nuevos ricos venidos de hacer las américas y los burgueses avilesinos, para albergar a los feligreses que no entraban en la iglesia vieja de Sabugo.
Destacan sus dos torres que se elevan hasta los 47 metros. 
Interior.
Calle de la Cámara, una de las calles comerciales de Avilés.

Vuelta hacia el coche.

La pasarela de colores.
Centro Niemeyer.
Imposible pasar y no hacer algunas fotos.

Centro Niemeyer.



Bailando el twist


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