Remelende, Mongayo y Pico del Águila en circular desde el Pto. de las Señales.
Martín en la cima del Remelende |
29 de Julio de 2022
A caballo entre Asturias y León (CyL) y entre el Parque Natural de Redes y el Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre se extiende la Sierra del Mongayo, con una sucesión de altos y cimas que culminan en el Pico Remelende, el excelente mirador de las principales cimas de Caso y Sobrescobio y del Valle de Riosol, por donde las aguas de un recién nacido Esla van tomando velocidad.
Por esa relevante posición sobre los puertos de las Señales y Tarna, el Remelende se convirtió en 1937, durante la Guerra Civil Española, en el punto estratégico para que los batallones republicanos al mando de Manuel Sánchez Noriega «El Coritu» (un pintoresco mando republicano que en su juventud combatió al lado del Pancho Villa, allá por tierras de México), intentaran detener a la Agrupación de Riaño mandada por el coronel Muñoz Grandes y a la II Brigada Navarra incorporada tras la caída del País Vasco y Cantabria.
Sin poder conseguirlo, las fuerzas rebeldes romperían el cerco y los milicianos republicanos desalojados del emplazamiento del Remelende, buscarían refugio en el pueblo de Tarna que días más tarde sería destruido en su totalidad por los bombarderos.
En ese momento el Frente Norte quedó herido de muerte y ya todo estuvo perdido.
Hemos madrugado para librarnos del calor y poder arrimarnos al plato al mediodía en alguno de los restaurantes de Puebla de Lillo (en alguno no!!!!, en el Madrid!!!!).
El escaso desnivel y una distancia comedida ayuda para que podamos disfrutar del paisaje con tranquilidad, sin agobios, buscando verderones seranos entre los pinos que rodean el puerto, camachuelos en el paraje de Las Areneras y pardillas por la amplia meseta tapizada de brezos sobre la que sobresalen tres de las cimas que pensamos ascender.
El Remelende la primera, la que nos ofrece las mejores vistas: sobre el Valle de Riosol, sobre la cima del Pico del Lago (situada a un paso de gigante), sobre las vecinas Ten y Pileñes (que enmarcan el macizo de Torre Santa) y sobre las cimas casianas que en ese momento una espesa capa de niebla se encarga de ocultarnos.
El Pico Mongayo, la segunda, nos permite ver la forma tan diferente que presenta la Sierra del Mongayo, con su suave ladera en la vertiente leonesa, en contraposición de la cara asturiana que se precipita abruptamente hacia los valles.
Y por último el Pico del Águila, una atalaya propia del ave del que toma nombre y desde cuya cima se tiene una vista espatarrante de los pinares de Lillo.
Será en la ladera de esta cima, durante el descenso, cuando un quebranta nos sorprenda con una pasada sobre nuestras cabezas, impulsada por una rápida corriente de aire y cuyo rastro se perderá, sin darnos tiempo a sacar la cámara, entre la espesa niebla que en ese momento se había apoderado del Remelende.
En resumen un día para el recuerdo, siguiendo la estela de las zancadas de Martín que me cuenta curiosidades de las aves y de otros animalillos.
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