Tejeda de Tosande (Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre - Montaña Palentina)
En la Tejeda de Tosande |
Ya son unas cuantas, las veces que nos hemos acercado hasta Dehesa de Montejos para recorrer el hayedo y la Tejeda de Tosande.
Pequeña mentira, ya que solo la primera (hace tropecientos mil años, mucho antes de que hicieran el aparcamiento, ni que existiera el sendero balizado, ni la plataforma que corre entre los tejos) entramos en Dehesa de Montejos para preguntar a sus vecinos por el camino de la Tejeda de Tosande (en esa primera ocasión hicimos una bonita ruta por el valle hasta su cabecera, pero tejos no vimos ni uno).
Hoy da gusto, llegas y aparcas como un señor en la estupenda explanada habilitada para tal fin (imagino que en domingos y festivos será otro cantar), te preparas y a caminar.
Cuatro kilómetros por buen camino, entre robles hasta entrar en el valle, donde el sendero da un quiebro a la izquierda para encarar la dura subida (ahora entre hayas) por la ladera norte de Peña Horadada, hasta dar con otro (sendero) que bordea la ladera y nos mete en las pasarelas que recorren el interior de la tejeda.
La Tejeda de Tosande es una isla de supervivientes (situado entre los 1300 y 1500 metros y con una población de 743 tejos inventariados) dentro de un océano de hayas, que han conseguido llegar a nuestro tiempo con unos tamaños entre 12 y 15 metros y cuyas raíces parecen querer atraparte en cuanto te despistes.
Remoloneamos entre los tejos, buscando los de mayor tamaño y gastamos tiempo en alguno de los bancos colocados a lo largo de la pasarela y a la sombra de esos gigantescos ejemplares.
Da pena abandonar el lugar, pero sabemos que aún queda una parada en el mirador (a la salida de la tejeda) antes de afrontar el descenso por un estrecho sendero que corre con rapidez por un tramo de hayedo donde los acebos dan una pincelada de color a las zonas bajas.
A través de un pequeño puente volvemos al camino que hemos recorrido en la mañana, donde el robledal con una luz distinta trasforma el bosque y nos permite apreciar nuevos rincones.
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