Road trip Arribes

Disfrutando de los Arribes

22, 23 y 24 de octubre de 2024

Un pequeño road trip por los Arribes para entender como el granito, esa roca tan dura, ha podido ser excavada en estas tierras con relativa facilidad.

Formados por la incisión del río Duero, allí donde hace frontera natural entre España y Portugal, ‘las’ Arribes en Salamanca y ‘los’ Arribes en Zamora se caracterizan por la presencia de enormes escarpes (que pueden llegar a tener hasta 400 metros de desnivel) originados en gran medida por la gran pendiente que el río ha de salvar, en un recorrido que va de los 600 metros sobre el nivel del mar en los que se sitúa Zamora a los 120 metros en los que se asienta La Fregeneda en poco más de 100 kilómetros.




“En uno de los repliegues de este terreno se ocultan
los hondos tajos, las encrespadas gargantas, los imponentes
cuchillos, los erguidos esfayaderos, bajo los cuales, allá, en lo
hondo, vive y corre el Duero, ya espumarajeando las rocas que aún
no han cedido a su tozuda labra, ya despeñándose en desniveles,
ya, por fin, zumbando bajo los peñascos de las espundias.” 
(Miguel de Unamuno)


Miguel de Unamuno viajará por estas tierras, descubriendo la magia y el embrujo de un río Duero que aún corría libre (antes de ser encarcelado por la construcción de varias presas) y generando palabras que definían perfectamente el entorno donde se movía: erguidos esfayaderos o espumarajeando las rocas.

Una buena madrugada para recorrer, en esas primeras horas donde la niebla aún permanecen amarradas al terreno, el largo trayecto que nos separa de Torregamones.

De camino hacia el mirador de Peña Redonda, nuestra senda se encuentra con los Chiviteros, un gran corral que encierra unas peculiares chozas de piedra y techumbre de retama que los pastores construían para recoger el ganado y que bien podrían ser el poblado de Wilow o de Bilbo Bolsón.

Granito, el material utilizado en estas tierras zamoranas pegadas a los Arribes, al igual que lo hacen nuestros vecinos de Tras-os-Montes, para levantar sus iglesias en un estilo manierista (Catedral de Miranda do Douro) o en su capital histórica (Braganza) por donde pasaron celtas, romanos, suevos y visigodos.

Dos noches y tres días intensos para tomar el pulso de estas pequeñas ciudades y para una pequeña incursión por el Parque Natural de Montesinho, cuyo entorno natural da cobijo a una gran población de lobo ibérico.


22 de octubre de 2024

Mirador de Bolo la Torta y mirador de Peña Redonda - Chiviteros de Torregamones - Arribes zamoranos


“Para conocer una patria, un pueblo, no basta con conocer el alma, lo que dicen y hacen sus hombres; es menester
conocer también su cuerpo, su suelo su tierra. Y os aseguro que
pocos países habrá en Europa en que se pueda gozar de una
mayor variedad de paisajes que en España”.
Miguel de Unamuno: “Por tierras de Portugal y España”.

El Duero después de recorrer media península entra en Portugal a lo grande: con un profundo tajo que marqua la separación entre países.

Torregamones, en comarca zamorana de Sayago, es el punto de arranque hacia el mirador de Bolo la Torta y el de Peña Redonda.

Un camino-pista fácil de caminar, por terreno entre fincas al inicio, para continuar por un terreno montaraz donde la encina es la reina del lugar.

Antes de llegar al primer mirador nos topamos con los Chiviteros de Torregamones, las construcciones levantadas por los pastores para guardar sus chivitos.

A lo largo de la mañana los cielos grises van cambiando de color y en los miradores un cielo azul nos permite apreciar la faraónica obra que el Duero ha labrado sobre estas rocas.



Iglesia de Torregamones.
Terreno montaraz, donde el granito combina a la perfección con el bosque mediterráneo.
Bolos de granito.

Chiviteros de Torregamones.
Un gran corral levantado con losas de granito, en cuyo interior existen un buen número de pequeñas chozas de piedra con techos de retama.


En la entrada de cada chozo una losa de mayor tamaño que la entrada, permitía encerrar a los cabritos en su interior, defendiéndolos de los predadores.

Chiviteros de Torregamones.
Mirador del Bolo la Torta.
Es preciso acercarse algo más al borde para tener buena vista del cañón.

Los bolos del mirador del Bolo la Torta.
Formación de los bolos.

Bloques y bolos graníticos


Como resultado del diaclasado perpendicular el macizo granítico se fractura en bloques, más o menos cúbicos. Los bloques, mientras están enterrados, reciben el agua de lluvia que se infiltra a través de las diaclasas, fracturas, y va degradando los minerales de feldespato y mica, el cuarzo queda suelto formando bancos de arena. Con el paso del tiempo los bloques se redondean y transforman en bolos.
Una diaclasa (del griego «διά» dia, a través de, y klasis, rotura) es una rotura (fractura) de origen natural en una roca.


Águila real (Aquila chrysaetos).
Arribes del Duero, el cañón más arriba del mirador Bola la Torta.
Bolos.

El puente sobre el arroyo de Fenoya (más seco que la mojama) no podía ser de oro material que granito.
Uno de los antiguos molinos que movía el arroyo de Fenoya.

Mientras ascendemos al mirador de Peña Redonda tenemos buenas vistas de la meseta donde se encuentran los restos del castro de Peña Redonda y de un inacabado centro de interpretación de los Arribes
Fernando en el mirador de Peña Redonda.
Peña Redonda.
Arribes del Duero.
Ruinas de la Ermita de San Mamede.
Otro molino.
De vuelta.
Arribes del Duero, embarcadero de Miranda do Douro.

Miranda do Douro

Miranda do Douro fue durante años una importante plaza en la frontera portuguesa, especialmente en los primeros años de la independencia lusa, durante los cuales fue objeto de asedio por parte de las tropas castellanas.
Tuvo su propia diócesis, de ahí su catedral (hoy concatedral).
Con el paso de los franceses en el siglo XVIII entró en decadencia.
Gran parte de la ciudad saltó por los aires cuando explotó el polvorín del castillo.
En ese momento llega el aislamiento de Miranda y de toda la región  Tras-os-Montes. Un aislamiento que llevaría a sus gentes a crear un leguaje propio; el mirandés, una mezcla entre el astur-leonés y el latín ibérico que actualmente (con variaciones) continua usándose.
Mirando hacia el Castillo de Miranda (ruinas).
Miranda conserva gran parte de la muralla medieval que guardaba la ciudad y que se levantó sobre viejas murallas prerrománicas.
Rua Mouzinho de Albuquerque.
La época álgida del turismo ha pasado. Entramos en la ciudad tarde, cuando los comerciantes se preparan para cerrar sus tiendas y regresar a sus casas, por lo que la ciudad vieja de Miranda se nos muestra como una ciudad fantasma, donde una insufrible sensación de tristeza se adosa a las paredes de sus casas. 

Iglesia de la Misericordia.
Construida en 1.589 como capilla de la Casa y Hospital de la Misericordia.
Su frente de piedra de granito con una gran puerta que invita a ser visitada. 

Concatedral de Miranda do Douro.
Este edificio del siglo XVI funcionó como catedral hasta que en 1780 la diócesis se trasladó a Braganza.
Hoy se cataloga como concatedral, iglesia matiz o antigua.
Levantada en un estilo manierista, un estilo que se utilizó en Europa entre los años 1530 y 1610 (entre la arquitectura renacentista y el barroco).
En su interior encontramos un retablo del siglo XVII obra del escultor vallisoletano Gregorio Fernández.
Menino Jesus da Cartolinha (O Menino).
Es una talla de unos 40 centímetros que representa al niño Jesús pero vestido con ropas laicas (dentro de la vitrina se exponen aquellas ropas con las que se le viste a lo largo del año).
Su leyenda cuenta que hacia el 1700, acorralados y casi vencidos los mirandeses por las tropas españolas apostadas en las afueras y dispuestos a tomar el lugar, se les apareció el Niño Jesús vestido de caballero, advirtiéndolos de los puntos por donde iban a perpetrar los ataques. Con esa gran ayuda los mirandeses pudieron detener y vencer a los atacantes. Como agradecimiento crean la talla el Menino da Cartolinha y le rinden tributo. 
Al Menino sus devotas le han ido surtiendo de un ajuar completísimo: camisas, chaquetas, pantalones, zapatos, jerséis, chisteras de fieltro para el invierno y sombreritos de paja para el verano. Al Menino lo cambian de ropa cada día, pero siempre luce en su pechera una medalla de la República Portuguesa. 

Detalle del coro.
Restos de la murallas prerrománicas.
En los alrededores de la concatedral, nos ofrece buenas vistas al Douro, más en una tarde como la que tenemos.
Concatedral de Miranda do Douro.
Ruinas del Palacio Episcopal.
Detrás de la concatedral.
La ciudad de Miranda do Douro ha utilizado los arcos que se conservan del claustro del palacio para crear una zona ajardinada.
Muralla prerrománica.
La plaza João III .
Es la principal y más céntrica plaza del casco histórico de Miranda. 
En ella se encuentra la Cámara Municipal (Ayuntamiento), el Palacio Municipal (Museo de la Tierra de Miranda) y en su centro; el Monumento a los Mirandeses.
Monumento a los Mirandeses.
Son un hombre y una mujer ataviados con los trajes típicos regionales, donde su elemento más característico es la llamada "capa de honras", compuesta por tres piezas: La capa, una especie de toquilla sobre los hombros y un gran capuchón; el elemento etnográfico más característico de la meseta mirandesa.
Complementa el conjunto algunas terrazas de bares, pero hoy y a estas horas, se presentan cerradas.
El castillo (del siglo XIII) tenía la forma rectangular, con la torre del homenaje en uno de los ángulos. Era fortaleza típicamente gótica.
Fue desmantelado durante la Guerra de los Siete Años (1762).



23 de octubre de 2024

Crucero ambiental por el río Duero

Nos levantamos, desayunamos y salimos pitando hacia el embarcadero.

El cañón del río Duero desde el embarcadero de Miranda do Douro.

Una visión distinta de los Arribes (en Portugal no llego a saber si es "los" o "las"). Una visión desde el agua, con múltiples explicaciones por parte de los tripulantes, encarcelados en el interior a la ida y con permiso para salir a cubierta a la vuelta.

En la cola para embarcar.
Las explicaciones a la ida, a la vuelta recreo por el exterior.
Ya de vuelta.
Arribes del Duero, creado por la insistencia de las aguas del río Duero a través de miles de años. 
Un Duero que hoy aparece encarcelado en este punto por la presa de Miranda.


La ciudad nueva de Miranda do Douro.

En lo más alto la concatedral de Miranda.

Miradores do Castrilhouço y de São João das Arribas

Estupenda la experiencia del barco, con compañeros que te estornudan en el cogote y que te empujan para hacer hueco y salir solos en la foto. Aún así, como somos un poco raritos, preferimos continuar disfrutando de los Arribes desde la soledad en alguno de los miradores que existen en los alrededores de Miranda.

Mirador do Castrilhouço

Muy próximo a Miranda do Douro (2,4 kilómetros por pista no asfaltada), pero difícil de encontrar (actualmente están realizando labores de desbroce).

Mirador do Castrilhouço.
Llegamos al mirador en el momento que el segundo turno del crucero ambiental da la vuelta hacia Miranda.
Ángelo, el agente medioambiental que nos mostró el camino al mirador.
Vistas hacia el tramo más norteño.
Panorámica.
Que nos recuerda al Mirador del Meando en Pinilla de Fermoselle (ver reportaje)
Algún cartel indicador, pero si no nos topamos con Ángelo no hubiéramos llegado.
Mirador do Castrilhouço.

Mirador de São João das Arribas

A ocho kilómetros al norte de Miranda do Douro, en la aldea de Aldeia Nova (por pista) y junto a la ermita del mismo nombre.

Ermita de São João das Arribas.
Mirador de São João das Arribas
Fernando en el Mirador de São João das Arribas

Braganza

Al igual que en Miranda, entramos en Braganza al atardecer, cuando las sombras comienzan a alargarse y los brigantinos regresan a sus casas después de una jornada laboral, o paran en alguna terracita para disfrutar de un vino verde.

Apenas 20 kilómetros separan Braganza de la frontera zamorana. Capital histórica de Terra de Tras-os.Montes, por la que han pasado celtas, romanos, suevos y visigodos y cuyas tierras fueron disputa eterna entre los Reinos de España y Portugal.

Hoy lejos de colonizaciones, Braganza nos ofrece un lugar donde pasar la última noche de este pequeño road trip y pasear por las estrechas calles de su ciudadela, a ritmo reposado, sin dejar otro recuerdo que el polvo de nuestros zapatos.

Plaza da Sé y antigua Catedral de Bragnaza.
En 1770 la Catedral de Braganza subió de categoría cuando el obispo se trasladó aquí desde Mirando do Douro. Con posterioridad será degradada cuando se inaguró la actual Catedral de Nossa Senhora Rainha.
Cruceiro de 1869 sobre una columna salomónica.
-Izquierda o derecha???
-Mejor izquierda.

Iglesia da Misericordia.
Iglesia de principios del s XVII


Street art Braganza.
Con relieve.
Por entre los jardines que rodean al castillo.
Murallas del Castilo.
Porta do Sol.
Castillo de Braganza.
Levantado en el siglo XII, su estado de conservación es muy bueno.
En su interior se encuentra el museo militar (a estas horas cerrado)
Domus Municipalis.
Un edificio que tenía muchas ganas de conocer, pero que estaba cerrado por restauración.
Construido en el siglo XII, tiene forma de pentágono irregular y está formado por dos espacios diferentes: la "cisterna" (parte inferior) destinada para la recogida del agua de la lluvia (actualmente con el tejado no puede cumplir esa función) y la "casa de Cámara", un espacio superior constituido por un salón rodeado de ventanas cuyo pavimento de piedra es la parte superior de la bóveda que cubre la cisterna y cuya utilidad era ser la Cámara Municipal de Braganza (Domus municipalis en latín significa Casa municipal).
Domus Municipalis.
Lugar de reunión de los "hombre buenos" (un parlamento primitivo).
Castillo de Braganza.
En un rincón, tras el castillo, rodeado de árboles encontramos un pelourinho.
Pelourinho de Braganza.
Es el pelourinho más antiguo de Portugal.
Un pelourinho es una columna de piedra, que se colocaba en el centro de una plaza o lugar público, y servía para castigar (colgar) a los criminales.
Conocido como "Porca da Vida".
Una columna cilíndrica, en cuya parte superior se apoya un capitel románico, se sustenta sobre una figura con forma de cerdo con más de 2000 años de antiguedad.
El cerdo se ha rajado en el hueco donde se incrusta la columna y esta reparado con unas grandes grapas de hierro.
Pelourinho de Braganza.
Regresando a la ciudad nueva.

Plaza da Sé


24 de octubre de 2024

Parque Natural de Montesinho

Última jornada.

Nos levantamos, hacemos un desayuno en una de las confiterías de Braganza y partimos hacia el Parque Natural de Montesinho.

Mesetas onduladas y profundos valles donde el granito aflora con las típicas formas de los bolos.

Aquí en este pequeño rincón del noreste de Portugal la naturaleza lo es todo; las fértiles huertas, las praderas de altura, los bosques de castaños, los robledales y hasta los pinares de repoblación.

Aparcamos el coche en Montesinho y comenzamos a caminar siguiendo el sendero PR3 que asciende hasta una llanada donde se encuentra la Albufeira de Serra Serrada (el Embalse de Serra Serrada), un embalse artificial que a diferencia de otros embalses, embellece más el paisaje.

El descenso siguiendo un estrecho sendero, por un paraje muy montano, y bordeando enormes bolos de granito.

El mundo tiene caminos que no sabías que existían, pero que están ahí esperando que los recorras. Los caminos de Montesinho son un de estos.


Montesinho, final de carretera e inicio de nuestra ruta, es un pueblo de montaña, donde la pizarra, el granito y la madera se intercalan para dar forma a una arquitectura propia.


Las castañas de Montesinho gozan de mucha fama.

Robledal.
Dejamos atrás los bosques y entramos en una gran llanada.

Albufeira de Serra Serrada.
Albufeira, la homóloga portuguesa de nuestro embalse, cuyo origen puedo suponer que será el mismo que el de la Albufera de Valencia (albuḥáyra, el nombre que le dieron los árabes a la laguna valenciana que significaba pequeño mar).

Albufeira de Serra Serrada, con las típicas formaciones de bolos.
Albufeira de Serra Serrada.





Con lluvia, el descenso se puede complicar bastante.


Aprovechando grandes losas.
De nuevo en Montesinho.


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