Pico de la Hoya desde Reyero en circular

Panorámica del valle de Reyero
Puertos de Valdehigüende

28 de febrero de 2025

Por la collada de Reyero (o tal vez por el collado de Viego) entrarían los vadinienses al valle de Reyero.

Tras una res perdida, o para aplacar la curiosidad -en los largos periodos de aburrimiento del pastor que cuida su rebaño- de saber que se esconde tras ese collado.

Una lápida vadiniense encontrada en el valle de Reyero (conservada en el Museo de León) nos habla de un antiguo asentamiento de estas tribus cántabras.

Con posterioridad, en el siglo X, al valle se le cita con el nombre de Riario, y más tarde, en el XVI, como Riero, que con el tiempo pasará a ser Reyero.

Al noroeste de la provincia de León, entre las cuencas del río Porma y el río Esla se encuentra este inmenso valle, que incluye las poblaciones de Viego, Primajas, Pallide y Reyero y que forma parte del Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre.

Hasta Reyero nos acercamos, en esta espléndida mañana de cielos despejados, para recorrer el PR-LE 18 (Sendero de la Collada de Lois) y al paso, alzarnos en la cima del Pico de la Hoya, en un intento de conocer de primera mano lo que podría haber sentido aquel pastor vadiniense.


Reyero, situado en el centro del valle es sede del Ayuntamiento y el punto de inicio del PR-LE 18 (Collada de Lois).

Una pasarela nos ayuda a cruzar el arroyo de Valderriero.
Ha caído una buena pelona.
Ascendemos por un valle rectilíneo, que deja las cimas de Peña Terrionda, Peña La Teja y Pico de la Hoya a nuestra derecha y que finaliza en la collada de Reyero.

Afloramientos rocosos a nuestra izquierda (que separan el valle por el que subimos del valle por el que bajaremos).
Esta lloviendo tanto que hasta hay cascadas.
Vista atrás.
Pequeño refugio con las laderas de Peña Toya y Peña Terrionda (por las que pasé hace un año -ver reportaje-).
Al frente, la collada de Reyero.
Y algo descentrado, a la derecha, los afloramientos calizos del Pico de la Hoya.

Manuel dice que hay que volverse y mirar atrás.
A la derecha el camino que seguiremos al descenso.
Collada de Reyero (mirando hacia el valle de Lois).
Con algo de zoom el Pico Lázaro.
Poco o nada vería aquel vadiniense desde esta collada del valle de Reyero.
Nosotros, hijos de la civilización del ocio, levantamos nuestras miradas hacia las cumbres lejanas; Peña Forcada y algo más alejada el Bodón.
Valdorria.
Bodón.
A la izquierda, más allá del valle, la Peña de San Pedro y el pegote oscuro del Tejo del Peñaruelo.
Lo que resta a cima desde la collada.
En la cima del Pico de la Hoya.
Un impresionante balcón hacia el valle de Lois y sus cimas.
Y hacia las montañas de Riaño y Ocejo.
Peña Llerenes y Peñas Pintas.
Pico Lázaro y la Sierra de Recabiello.
Picos tras la Sierra de Recabiello.
Lois.
Con más aumentos, para ver la Catedral de la Montaña.
Mirando hacia la cuenca del Porma.
El Susarón.
Desde esta altura se aprecia una pequeña parte del valle de Reyero. (lo que no vería el pastor vadiniense serían las aguas del embalse del Porma.
De nuevo Peña Forcada llama nuestra atención.
Descendiendo.
El valle por el que ascendimos.

Ya es primavera.
El descenso no es propiamente por un valle, es por los puertos de Valdehigüende, un lugar bonito, bonito.
Puertos de Valdehigüende.
Entre medias de las rocas aparece el valle de Reyero.

El camino cruza por un robledal y es allí donde empezamos a ver el valle de Reyero y las cimas que lo rodean.
Más allá del valle, la Peña de San Pedro y el espectacular tejo.
Peña Armada y Peña Forcada.
Panorámica.
Valle de Reyero.

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