Travesía Cascada de Nocedo - La Valcueva (vuelta en bici)

Por las entrañas del Bosque de las Hadas
Peña Galicia
Pico Covallón

22 de junio de 2025

A veces hay que perderse por los laberinticos caminos de la vida.

Otras veces, las más frecuentes, hay que hacerlo por los caminos conocidos, afín de alcanzar la meta.

Con esa idea parto bien de mañana para un recorrido largo (no en exceso que uno va pa mayor), en plan travesía, uniendo aquellos lugares que tanto me gusta recorrer sin pensar en la vuelta, o por lo menos, hacerla cuando el cuerpo y la mente ya estén satisfechos.

Para ello (para la vuelta), y siendo precavido, al paso por La Valcueva dejo candada la bici en la parte alta del pueblo.

He dejado atrás Aviados, Campohermoso, La Vecilla, Valdepiélago y Montuerto donde sus vecinos estarán disfrutando del último sueño, ese donde el cuerpo empieza a encontrarse con la mente que ha estado de picos pardos por el mundo de los sueños y que ahora es preciso que aterrice en el duro suelo.

Aparcar frente a la entrada de la cascada de Nocedo puede ser complicado a medio día, pero a la hora que llego se puede elegir sitio.

Entro hasta la cascada para hacer una foto y vuelvo a la carretera para tomar el camino que me lleve a lo alto de la cascada, donde un sendero me lleva por un bosque que rezuma humedad y frescura.

Un bosque, el Bosque de las Hadas, mayoritariamente de robles, que sorprende por el lugar tan encajonado donde se encuentra y por el tamaño de muchos de sus ejemplares.

La cuarcita estrecha el camino y el arroyo de Valdecesar solo encuentra paso descolgándose por los riscos del Pozo del Buey.

El bosque finaliza, el barranco se abre y entro en el territorio de San Froilán, ese santo maltratador de lobos que no encontró otro sitio mejor para montar el chiringuito.

Una sonrisa se perfila en mi rosto cuando veo que el bar de Valdorria tiene abiertas sus puertas.

Un café y vuelta al camino, a entroncar con el viejo Camino Olvidado hasta el collado donde si estiramos algo el cuello podríamos ver abajo Correcillas pueblo.

Pero mi camino no desciende, continua ascendiendo, por una estrecha canal hasta la cima de Peña Galicia, faro de gallegos, de castellanos y de caminantes que se aproximan a este primer bastión de la Cordillera.

Y desde este punto trazo con el dedo el resto de mi camino, entre valles y entre pueblos (más bien pueblo, en singular, Aviados), de hito en hito: Pico Covallón y Peña Cantable (discretas y desconocidas cima que ofrecen una visión del frente de montañas con las que se choca La Meseta al llegar a la montaña).

Y siguiendo, buscando caminos y pistas, al final equivoco el camino y finalizo en las vías del tren, que continúo hasta entrar en La Valcueva, donde me espera mi bici.

10 kilómetros que me separan del punto donde dejé esta mañana el coche. 10 kilómetros y una parada técnica en el bar de La Vecilla para reponer niveles y recordar todos aquellos lugares pasados y que gracias a las fotos consigo recordar.

El track de la ruta en Wikiloc

Río Curueño, el río del olvido de Julio Llamazares.
La zona de entrada hacia la Cascada de Nocedo.

Cascada de Nocedo.
Un camino que sube con decisión y bravura nos deja en el barranco que hay por encima de la cascada (donde ya veo a lo lejos la cima geminada de Peña Galicia).
Tramo superior de la Cascada de Nocedo.
El pequeño sendero corre paralelo al arroyo de Valdecesar.

Saltando de piedra en piedra y alguna vez ayudados por pequeños puentes.
Bosque de las Hadas.
Es un robledal encajado entre la Peña Morquera (izquierda) y la Peña de San Froilán.
El barranco se va estrechado, la cuarcita parece no dejar paso.

Desviándonos un poco a la izquierda podemos disfrutar del Pozo del Buey, el lugar por donde las aguas del arroyo de Valdecesar resbalan antes de caer en una poza.
Ya vemos bien Peña Galicia.
Con algo de zoom.
Y Peña Valdorria.
Un agujero, es preciso atravesar este boquete para llegar hasta la ermita.
Ermita de San Froilán.
El monje que cambió su burro por un lobo.
El camino de los 365 peldaños (o más) me acerca hasta el pueblo de Valdorria.
Mientras al otro lado del barranco (por donde baja el arroyo Valdecesar) puedo ver el camino (tallado en roca) que me llevará hasta Peña Galicia.
Valdorria buscó en las alturas su aislamiento.
Valdorria.
- Mucho has madrugado, me dice el dueño del bar.
- Bastante. 
Valle de Valdecesar.
Peña Valdorria.
Camino Olvidado.
Vista atrás.
Peña Galicia.
Peña de San Froilán (izquierda) y Peña Morquera y entre medias el barranco por el que desciende el arroyo Valdecesar y por donde he subido.
De nuevo vista atrás, con Peña Valdorria.
Y ya más próxima Peña Galicia.
Las praderías donde dejo el Camino Olvidado (al fondo el Correcillas).
Para ascender hacia la peña.
Cima norte de Peña Galicia (1.664 metros).
Hacia el Correcillas.
Hacia Valdorria, Prado Llano y Peña Morquera.
Descendiendo hacia Aviados.
Vista atrás, el valle enmarcado entre las dos cimas de Peña Galicia.

Aviados.
Peña Galicia ya queda lejos.
Y al frente las montañas hacia las que me dirijo (Pico Covallón y Peña Cantable)
Un mar de robles.
Llegando a la cima del Pico Covallón.
Cima del Pico Covallón (1.269 metros).
La Peña Cantable desde la cima del Pico Covallón.
El robledal se extiende por su ladera norte en una mancha continua que llega hasta Correcillas.
Descendiendo del Pico Covallón.

Al tiempo que escribo este reportaje se están produciendo decenas de incendios por la provincia de León. Al ver esta inmensa y continua mancha de robledal no puedo menos que ponerme a temblar.
Cima de Peña Cantable (1.333 metros).
Mirando hacia el Correcillas.
Hacia Peña Galicia.
Hacia el valle donde se asienta La Valcuaeva y hacia donde comienzo a descender.
Una antigua explotación minera, donde pierdo (o no encuentro) el camino que me lleve hasta La Valcueva.
Por la vía del tren.
Ya en La Valcueva.
La Rockhopper, mi bici de más de 30 años.


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