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Cima del Espigüete (2.451 m) |
16 de septiembre de 2025
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El Espi desde la cima de la Peña de Santa Lucía |
Así de potente se mostraba el Espigüete desde la cima de la Peña de Santa Lucía hace siete días, cuando realizaba un recorrido cicloturista por los alrededores del embalse de Camporredondo.
Posiblemente la peña más alpina y bella de las cumbres de la Montaña Palentina.
Había que volver para intentar su cima, para recorrer su larga arista este y vagar por los altos de su cima.
Mientras bordeo las aguas del embalse de Camporredondo paro a escuchar los bramidos de un ciervo que busca compañía con las primeras luces.
No soy el primero en llegar al parking de Pino Llano, cuatro colegas que ya están en el primer muro me han ganado la partida.
Me siento en la trasera del coche a cambiarme las zapatillas, con un silencio que me permite escuchar las pisadas de las hormigas.
Mientras la luz gana espacio a la oscuridad, es cuando llego a entender por qué madrugo, por qué recorro 120 kilómetros de noche, o por qué me enfrento a una arista de cuatro kilómetros y 1200 metros de desnivel para llegar a un punto donde comenzaré a descender casi de inmediato.
El secreto de las montañas es que existen al igual que yo, pero ellas se limitan a existir mientras que yo vibro con ellas.
Cuatro kilómetros y 1200 metros de desnivel por una arista recorrida por un pequeño sendero que serpentea de continuo y asciende con decisión.
Con vistas a un paisaje de montaña que muestra las huellas de un largo verano y de las llamas que asolaron nuestros montes.
La cima me recibe en soledad (los cuatro colegas eran corredores y ya estarán en Cardaño disfrutando de las cañas) y me muestra la magia de los paraísos perdidos, mientras escucho el sonido milenario de la Tierra girando sobre su eje oxidado.
Aparcamiento de Pino Llano.
El camino sale del mismo parking, el mismo que hacia la cascada de Mazobre, pero este se desvía al momento para ganar la arista que no abandona hasta la cima.
Vistas al valle que nos lleva a Cardaño de Arriba.
Hacia el sur, donde están las aguas del embalse de Camporredondo.
El valle de Mazobre, con las huellas de los incendios.
De momento muros de roca se interponen entre nosotros y la cima.
Son las cimas de las Palentinas.
Una panorámica.
La cima aún queda más atrás.
Rebecos en la arista.
El embalse está muy mermado de aguas, aún así las nieblas se pegan a ellas.
Ya tenemos más vistas, pero la cima aún continua oculta.
Vista atrás, otro de los grandes de la Montaña Palentina; el Curavacas.
El Curavacas con más zoom.
Y más hacia el sur, Peña Redonda, en cuyas faldas se guarda la Tejeda de Tosande.
Por ese sendero.
Destacando Pico Murcia y Peñas Malas (la montaña de pudinga).
Y detrás ya se empiezan a ver Picos.
Pico Murcia.
Peñas Malas.
Libre de nieblas, el embalse de Camporredondo se ve seco, muy seco.
El Curavacas.
La cima este del Espigüete, la más alta está detrás.
El tramo de arista más prestoso.
Ya se ven Picos.
La cima principal desde la cima este.
Un aglomerado de montañas y entre tantas, al fondo, la Peña de Santa Lucía que hollé hace una semana (ver reportaje).
En el tramo final del ascenso encuentro un gran número de gorriones alpinos.
Lástima no tener la cámara adecuada para poder fotografiar bien a estos preciosos pajarillos.
Cima del Espigüete (2.451 m).
Panorámica hacia el este.
Y hacia el oeste, con las montañas de Riaño y su embalse.
Con algo de zoom.
Las cimas al este de río Esla.
Hacia el norte, una bonita estampa con la cuerda del Murcia hacia Peña Prieta con Picos al fondo.
Panorámica.
Comenzando el descenso.
Un terreno muy roto y desgastado por el paso del personal.
Mucha piedra.
Vista atrás, la cima ya queda muy atrás.
Las huellas de los incendios y al frente la pirámide del Murcia.
De nuevo vista atrás.
Formas de erosión de la caliza.
Y tú, qué miras!!!!!
Por un terreno más humano.
La cascada.
Y la salida del valle de Mazobre.
Cascada de Mazobre.
La salida del valle, próximo al parking, las tres de la tarde y un ciervo que no deja de berrar en la ladera de enfrente.
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