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En la cima de Peñacorada |
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Ruinas del Monasterio de San Guillermo |
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Santuario de la Virgen de la Velilla |
4 de enero de 2023
He tenido que ir al historial para saber cual fue la última ascensión; noviembre, el 1 de noviembre. Y desde entonces, mayormente por el mal tiempo, por las fiestas y por otros menesteres, no había vuelto a pisar monte.
Por las fechas, el paisaje tendría que estar cubierto de un espeso manto de nieve (por lo menos en las altas cotas), pero el cambio provoca un alargamiento de las estaciones, originando que en pleno invierno sigamos con unas condiciones otoñales.
Son unas cuantas las veces que me he aupado a la cima de Peñacorada, y es porque es el tipo paraje (montaraz por los cuatro costados) por el que me gusta campear, sin grandes desniveles, con un terreno fácilmente caminable y con unos rincones donde en tiempos pasados, aquellos que sabían leer la naturaleza de los sitios, encontraron el lugar adecuado para levantar sus monasterios en plena comunión con la naturaleza, apartándose del mundanal ruido.
Fue Guillermo (el que más tarde sería santo) el que se retiró junto a otros monjes a la cabecera del arroyo Valdelis, para fundar un pequeño monasterio en la ladera norte de Peñacorada.
Los mojes desaparecieron del lugar en el siglo XIV, pero un siglo más tarde vuelve a surgir la devoción al encontrarse por la zona una estatua de la Virgen, a la que se le construye un altar y más tarde en el siglo XVII se levanta un santuario en estilo renacentista.
Monte, historia y tiempo para descifrar los caminos de las Tierras del Tuejar, donde el robledal es el bosque dominante y donde desde la cima de Peñacorada la vista se esparrama hacia el sur sin freno alguno por la Meseta, mientras que hacia el norte un arco de cimas la frena desde las Ubiñas hasta el Curavacas.
Si, volver de nuevo a Peñacorada es un acierto.
La hora dorada; Peñacorada vista desde Renedo de Valdetuejar.
Lugar de Salida, junto a la iglesia de El Otero de Valdetuejar.
El río Valdetuejar.
Se nota la bajada de la temperatura.
La pista muy cómodamente nos lleva entre un robledal a un collado desde donde accedemos a la arista este.
Lo propio hubiera sido remontar las aguas del arroyo Valdelís, pero la última vez que lo hice por el camino que corre paralelo al arroyo, este estaba muy cerrado de vegetación.
Vista atrás; las Palentinas comienzan a dejarse ver, el Espigüete.
Sobre el collado, me dejo llevar por un estrecho camino que en un par de zigzag libra toda la maturranga del frente y me deposita en el siguiente collado.
Vista atrás; Macizo Central de Picos.
El collado da unas vistas increíbles de toda la zona del Tuejar, con kilómetros de bosque continuo.
Y de nuevo el Espigüete llamando nuestra atención.
Desde el colado intento seguir la arista este y de pronto me doy de bruces con San Guillermo.
Una cruz sobre un pequeño promontorio.
Y lo que resta hasta la cima.
De nuevo una panorámica del Tuejar.
Y otra de las cimas que han aparecido hacia el norte.
El Espi acompañado por el Curavacas.
Y los Picos.
La ladera sur perdiendo fuerza hasta fundirse con la Meseta.
Curavacas.
Espiguete.
Qué miras???
Poco resta a cima.
Cima de Peñacorada.
Con unas soberbias panorámicas.
Buzones de cima en Peñacorada.
La arista que se descuelga hacia el oeste y que pude recorrer hace un año desde Cistierna hasta Robledo de la Guzpeña (ver reportaje) Los Moros y Peña Rionda.
Desciendo por la ladera sur.
Sin más problemas que los 500 metros de desnivel que es preciso perder para llegar hasta el Monasterio de San Guillermo (ruinas).
De nuevo el Espi y el Curavacas.
Y los extensos robledales del Tuejar.
Cabecera del arroyo de Valdelís.
Ruinas del Monasterio de San Guillermo.
En todo el tiempo que estuve por los alrededores del monasterio, el rugir del arroyo Valdelís era continuo, resultando al dejar la zona un alivio.
La ladera norte de Peñacorada por la que acabo de bajar.
Los aterrazaminetos realizados por Guillermo y sus compañeros para poder cultivar.
De camino hacia la pista que va desde El Campurrial (collado) hasta el santuario.
En la imagen Peña Villa y el Campriondo.
Una nueva vista del Espiüete.
La Mata de Monteagudo.
Los robles (de notable tamaño) que rodean el santuario.
Santuario de la Virgen de la Velilla.
Nadie espera encontrar un santuario de este tamaño y características en medio de este frondoso bosque.
Trepador azul.
Camino hacia El Otero.
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